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REAL MADRID8 3
FC BARCELONA8 0

R. MADRID (23+17+21+22): Tunceri (5), Bullock (21), Mumbrú (9), Moiso (2), Reyes (23) -cinco inicial-, Sekulic (6), Smith (3), Hervelle (2), López (9) y Tomas (3).

BARCELONA (21+16+20+23): Lakovic (11), Navarro (14), De la Fuente (-), Vázquez (4), Marconato (8) -cinco inicial-, Trias (2), Kakiuzis (17), Basile (18), Kasun (4), Grimau (-) y Ukic (2).

Àrbitros: Martín Bertrán, Pérez Pizarro y Redondo. Excluyeron por personales a Vázquez (m.32), Hervelle (m.39).

Jorge Muñoa|MADRID

El internacional español Felipe Reyes regaló un nuevo recital de puntos, rebotes y trabajo para llevar al Real Madrid a las puertas del título ACB, del que sólo le separa una victoria y tres partidos para certificarlo ante un Barcelona que, ahora, sólo puede pensar en aprovechar el traslado de la final al Palau Blaugrana para intentar forzar el desempate.

Los dos banquillos aparcaron los nervios del primer partido. Les sentó mejor, de salida, a los blancos que a los azulgrana pese a que el Barca ponía media liga en juego sobre el parqué de Vistalegre. Los madridistas sabían también lo que les iba en el envite y que, desde hace siete meses, nadie gana el Palau Blaugrana. O sea, que el 2-0 les interesaba tanto, o más, que el 1-1 al bloque del montenegrino Dusko Ivanovic. Pero lo más llamativo del segundo asalto en el coso de Carabanchel es que los hombres llamados a llevar el peso de la eliminatoria, de la primera final Madrid-Barca desde el año en el que Pau Gasol hizo las maletas para irse a la NBA (2000-01), quedaron eclipsados en medio de un duelo de colectivos, de una batalla de conceptos, de un debate, en definitiva, sobre el baloncesto que hay que jugar para llevarse un título tan caro como el de la ACB.

El Madrid brilla menos que en otras fases de la temporada. Es algo constatable en los números. Sin embargo, atesora algo dentro del vestuario que hace grande a este equipo y a este club: sabe sufrir, sabe lo que representa jugar con esa camiseta y sabe lo que vale ganar al Barcelona, que cuenta con un equipo magnífico. El Barcelona sabía que marcharse del feudo blanco con un 2-0, aparte de condenarle, como poco, a disputar el desempate en territorio madridista, le ponía la Liga a una distancia sideral. Pero Joan Plaza maneja la pizarra, la psicología y la ilusión y la ambición. Cree que es mejor apostar por la propia identidad que buscar fórmulas para anular la del contrario. Y es cierto lo que dice. Eso sí, no se olvidó de preparar antídotos contra Navarro, el mejor anotador de la Liga con vitola nacional en los últimos 34 años.