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Efe |BARCELONA
La muerte a los 94 años de Nicolau Casaus, vicepresidente del Barcelona entre 1978 y 2003, deja al barcelonismo sin su representante más universal, uno de los directivos más carismáticos de la historia del club y el mejor embajador de los valores del Barca.

Personaje entrañable y de gran ascendencia entre el barcelonismo, su carisma traspasó las fronteras del club azulgrana para alcanzar también un gran reconocimiento entre los rivales históricos del Barca.

En sus miles de viajes en nombre del Barcelona logró hacer del buen trato y el juego limpio sus mejores credenciales. Fue el mejor embajador del Barcelona en el mundo, antes de que el club realizase giras intercontinentales para posicionarse en el mercado global, y el barcelonista más universal, entre otras razones porque supo mantenerse alejado de las guerras internas del club y hacerse merecedor de una gran corriente de simpatía entre las aficiones rivales. Nacido en Mendoza (Argentina) en 1913, Nicolau Casaus de la Fuente i Jené se instaló a los cinco años de edad en Igualada (Barcelona) junto a su padre José, sevillano, y su madre Gertrudis, natural de Cervera (Lleida), y sus hermanos Lola y Josep.

En Igualada, Casaus forjó su afición al fútbol y al Barcelona. A los 9 años vio por primera vez un partido del equipo azulgrana y habló con el que sería su ídolo, Josep Samitier, uno de los jugadores más recordados de la historia del Barca.

Fundador de la peña Germanor, Casaus comenzó a organizar viajes en autobús al Camp Nou, pero también a los partidos como visitante. En 1952 viajó a Tetuán en coche para celebrar el título de Liga del Barca.

El ex vicepresidente del Barcelona comenzaba a ocuparse del negocio familiar, una pequeña empresa textil, cuando le sorprendió la Guerra Civil. Participó en la defensa de la República desde Igualada (no acudió al frente porque oficialmente era extranjero al haber nacido en Argentina, ya que sus papeles no se habían enviado a España) y colaboró con la revista 'Horitzons', de perfil republicano.

Terminada la contienda, fue detenido por la policía por «rojo, separatista y auxilio a la rebelión», según los cargos que se le imputaron. Llegó a estar condenado a muerte durante 72 días y permaneció cinco años en prisión, donde posteriormente declararía que comenzó su conocida afición a los puros.