El tenis español nunca ha estado en una situación similar en la historia del cuarto y último Grand Slam del curso, donde dos representantes había sido la representación máxima en la cuarta eliminatoria. La última el pasado año, con Robredo y Nadal.
«Sin embargo nos seguirán catalogando de jugadores de tierra. No sé ya qué podemos hacer. Estamos mejorando en estas superficies. Eso es evidente», dijo Moyá.
Moyà sufrió más de lo esperado para batir al germano. Un tenista sin golpes sobresalientes pero rocoso y poderosos físicamente. No decayó, por ejemplo, cuando el español se situó con dos sets a uno de ventaja y con una rotura de servicio a su favor. Enjuagó la diferencia, se anotó el parcial y llevó el duelo al quinto y definitivo set que terminó por darle la victoria al balear después cuatro horas de partido.
El tenista balear, en su duodécima participación ha alcanzado los octavos de final. Es un veterano ya, a los 31 años. Pero aguanta el tipo ante jugadores más jóvenes, que representan una nueva generación en el mundo del tenis. «Me siento como un chaval alrededor de jóvenes. Para mí es muy importante que con 31 años aguante cuatro horas frente a un rival que tiene nueve menos. Esto es muy importante», significó Moyá, que apareció en la sala de prensa con el tobillo vendado.
«Me lo torcí en el primer punto del último juego. Me han hecho pruebas y parece que no es importante. Veremos mañana», dijo.
Moyá tuvo un apoyo notable del público de la pista Louis Armstrong del Centro Nacional de Tenis Billie Jean King. «No me lo esperaba, la verdad, este apoyo tan brutal del público. El factor edad ayuda mucho. Llevo doce años aquí y se acuerdan de que fui número uno del mundo y mis buenos resultados. Pero es una de las veces en las que más arropado me he sentido fuera de España», dijo.
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