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Carlos Román|SEVILLA
El área técnica del estadio Manuel Ruiz de Lopera reunirá en sólo unos metros al último Dios que ha abrazado el mallorquinismo y al que a la postre fue su salvador. O lo que es lo mismo, Cúper ante Manzano. Entre uno y otro sacaron del pozo al club balear hace dos temporadas y son, junto a Luis Aragonés, los entrenadores que han jugado un papel más importante en la era moderna del club.

El nombre de Héctor Raúl Cúper (Chabas, Santa Fe, Argentina, 1955) siempre irá ligado al del Mallorca. Después de granjearse el respeto en los banquillos de su país, el argentino recaló en el verano de 1997 en la Liga como un simple desconocido. Sin embargo, su figura creció de forma sorprendente entre los muros del Lluís Sitjar. No sólo mantuvo al equipo bermellón en Primera, sino que también lo hizo grande. Lo clasificó por primera vez en su historia para las competiciones europeas, lo llevó a una final de la Copa del Rey y llegó a acariciar una Recopa. Todo ello comprimido en dos temporadas mágicas, inolvidables. Después, en 1999, los caminos de uno y otro se separaron. El club siguió subsistiendo entre la realeza del fútbol español y el entrenador probó la solidez de su manual en el Valencia y el Inter, donde llegó a convertirse en el técnico mejor pagado del mundo. Parecía que los caminos de ambos ya no volverían a encontrarse
Pero todo dio un giro radical en el curso 2004-05. El Mallorca navegaba directo hacia la Segunda división (era penúltimo en la décima jornada) y Cúper seguía ligado a la disciplina del Inter, aunque sin ejercer. Mateu Alemany le reclutó entonces para obrar el milagro (firmó un contrato de tres temporadas) y el de Chabas, que contó con la colaboración del Levante, lo ejecutó. Su fichaje puso boca abajo a la Isla, que le acogió con un cariño desmesurado, aunque el tiempo demostró que entre la primera etapa y la segunda mediaba un abismo. La temporada siguiente, el equipo volvió a circular a toda velocidad cuesta abajo y en febrero de 2006, Cúper, al que Vicenç Grande acababa de catalogar como «Dios», no pudo más. Acordó su baja con la entidad (a la que perdonó una enorme cantidad económica) y le dejó su sitio a Manzano, que fue el encargado de salvar matemáticamente al Mallorca, precisamente en un encuentro agónico ante el Betis. Desde entonces, el jienense ha guiado al grupo isleño, aunque no había tenido la oportunidad de toparse con su antecesor en el cargo. Hoy será la primera y curiosamente, el de Chabas vuelve a estar contra las cuerdasÂ…