Tuni celebra con Fernando Navarro el gol que anotó ante el Recreativo de Huelva.

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El Mallorca quiere que la fiesta en la que anda metido desde hace ya algunas jornadas se siga alargando, al menos hasta la madrugada de hoy. Aunque las circunstancias le impidieron sumar el pasado fin de semana su tercera victoria consecutiva en la Liga, la escuadra de Manzano ha sacado del cajón sus mejores recuerdos y está desplegando un juego rotundo que debería ayudarle a establecer el campamento en la zona más pomposa de la tabla. Y el encuentro de esta noche parece ideado para acercarse a ese objetivo. Los rojillos, a los que el técnico les lavará la cara para evitar la fatiga, visitan al Deportivo más débil de la última década en su propio estadio. Hay que aprovecharlo (Riazor, PPV, 20:00 horas).

Corren buenos tiempos para el Mallorca. El conjunto balear administra más dinámita que nunca (17 goles en 9 jornadas, su máximo histórico) y está recorriendo las primeras curvas del campeonato a bordo de un bólido de gran cilindrada.

Su comportamiento sobre el campo se ha liberado de los complejos que antaño le maniataban y asume los contratiempos con una naturalidad exquisita. Quizá por eso su ubicación es privilegiada y sus perspectivas más amplias de lo que en un principio podría esperarse.

Pero como el fútbol requiere actualizaciones constantes, hoy le toca exhibirse de nuevo. Irrumpe en Riazor, una plaza que con los años ha perdido parte del encanto del que gozaba y en la que los rojillos suelen sentirse muy cómodos. A excepción del curso pasado, cuando cayeron por la mínima (1-0) en un partido extraño, los bermellones acostumbran a facturar algún punto en su equipaje de vuelta. Los números son claros: desde el año 2002 han logrado dos victorias, dos empates y el tropiezo mencionado anteriormente.

En cualquier caso, esta noche intervendrá un nuevo factor: las rotaciones. Pese a que Manzano prefiere catalogarlas como simples cambios, el jienense echará mano del bisturí para evitar que los kilómetros se sigan acumulando sobre las piernas de sus futbolistas. Y en esta ocasión, el examen a esa política será todavía más minucioso porque por primera vez en lo que va de campaña, el entrenador mallorquinista ha decidido prescindir de Ariel Ibagaza. El Caño, uno de los pocos intocables que quedaban hasta ahora en la plantilla isleña, se quedó ayer en Palma para que pueda estar fresco el próximo sábado, cuando el Valencia desembarque junto a su crisis en el ONO Estadi. Como él, tampoco viajaron Héctor y el sancionado Ballesteros.