El tenista suizo Roger Federer celebra su victoria. Foto: DIEGO AZUBEL

TW
0

Miguel Luengo|SHANGHAI
El suizo Roger Federer cumplió su palabra, y si después de perder su primer partido contra el chileno Fernando González avisó que sonreiría de nuevo el domingo, volvió a disfrutar de nuevo ayer al ganar al alicantino David Ferrer en la final y anotarse por cuarta vez en su carrera la Copa Masters.

Federer se impuso a Ferrer, por 6-2, 6-3 y 6-2 en una hora y 37 minutos en una final demasiado corta, en la que el número uno del mundo disfrutó y en la que David se esforzó sin fortuna y perdió la oportunidad de convertirse en el primer debutante, desde su compatriota Alex Corretja en 1998, en ganar la Copa Masters en su debut, y de paso anotar su nombre como segundo español que se hace con este torneo desde Orantes en 1976.

Ferrer también desaprovechó una ocasión para acabar cuarto del mundo esta temporada (finalizará quinto), y de paso hacerse de oro, pues si hubiera ganado la final se habría embolsado un cheque por 1'3 millones de dólares por acabar el torneo sin una sola derrota. Pero esta semana quedará en su memoria como una de las mejores de su carrera por méritos propios. Perder contra Federer, un consumado maestro, en su primera final en pista cubierta y en un Masters significará para él un revulsivo que otros quisieran.

Todo eso por culpa del jugador suizo que no hizo mas que cumplir con su juego. Federer sabía que aunque las piernas del alicantino son veloces y ha ganado esta semana al número dos del mundo (Nadal), al tres (Djokovic) y al cinco (Roddick) cediendo nada más que un set, contra Nadal, se ha adueñado de lo que él llama su zona segura, y jugando ahí se mueve con una absoluta naturalidad que se traduce en eficacia mortal.

Ferrer se agarró a la esperanza de que el partido fuera largo, con interminables intercambios que desgastaran a Federer y le hicieran dudar, en vez de tomar una confianza basada en su habilidad. Pero el comienzo del encuentro fue desesperanzador para Ferrer, y eso que el de Jávez gozó de un punto de ruptura en el tercer juego del primer set, y porfió en cada jugada dudosa reclamando con éxito el «Ojo de Halcón». Ferrer tenía tantas ganas de ganar, y en caso de perder, de hacerlo con clase, que se desesperó un tanto y cedió su saque dos veces.

No obstante, Ferrer inició su propósito al más puro estilo Nadal, castigando el revés de Federer, intentando moverle, angulando y aprovechando la velocidad de sus piernas para llegar a casi todo, un objetivo casi imposible pues en esta manga, desde la ventaja de 2-1 a la consecución de 5-1, Roger se mostró magnífico y ganó 16 de los 15 puntos disputados.

La primera manga se esfumó en 26 minutos. Ferrer no podía permitirse más fallos porque Federer estaba lanzado, pero no volvió a disponer de un punto de ruptura hasta casi 75 minutos después, ya en el tercer set, cuando el suizo se había apropiado del segundo parcial a la cuarta.