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Javier Villagarcía|LYON
Al Barcelona le bastó con brillar en momentos puntuales ante el Olympique de Lyon para lograr su único objetivo: puntuar y lograr la clasificación matemática para los octavos de final. El conjunto francés también consiguió su propósito. Sigue vivo y dentro de dos semanas se jugará una auténtica final en Glasgow para determinar qué equipo acompañará a los azulgrana a la siguiente ronda.

El partido comenzó con la sorpresa de ver a Ronaldinho en el banquillo. Algo que no sucedía en Liga de Campeones desde diciembre de 2004. El brasileño está a años luz de su mejor momento de forma y visto lo visto tardará en volver a ser el que fue. La segunda gran noticia de la noche antes de ver correr el balón fue ver a Bojan, titular. El delantero de 17 años va camino de batir todos los récords de precocidad.

En frente, un Olympique prudente que tampoco pudo contar con su jugador más desequilibrante, Karim Benzema. Alain Perrin optó por una alineación cargada de cautela, al juntar por primera vez en la temporada a sus medios más defensivos, Toulalan y Fábio Santos.

Un planteamiento novedoso que se tambaleó a los dos minutos de juego.
El sustituto de Benzema, Fred, perdió un balón en la frontal del área del Barça y el conjunto lionés tardó en replegarse un mundo. Lo suficiente para que Messi lanzara el contraataque, conectase con Bojan y diese un pase medido de gol a Iniesta.

El choque se perfilaba como un paseo para el Barcelona, pero no tardó el Olympique en empatar. Un centro de Juninho en jugada a balón parado, sin peligro alguno, se le coló a Valdésr.