Sobrevivió el Mallorca a una tarde de calvario y desastre. La testa de Pierre Webó, enorme en el remate de una falta botada por Ibagaza en el ecuador del segundo tiempo, rescató al equipo de Manzano de una derrota que se estaba ganando a pulso. Después, la timidez ofensiva del Murcia y la peculiar interpretación del árbitro en un derribo de Lux a Íñigo dentro del área, que resolvió mostrándole tarjeta ¡al delantero!, suavizaron los efectos de un empate que deja las cosas como estaban (1-1).
El Mallorca acusó el cambio de modelo. Manzano rescató el rombo del armario en perjuicio del 4-1-4-1 de las últimas semanas y el grupo anduvo despistado toda la tarde. El técnico metió en la arena a Tuni, situó a Arango en ataque y apostó por fijar a Basinas como único pivote, una modificación táctica que perjudicó especialmente a Ibagaza. El Caño echó de menos a Borja Valero, su socio a la hora de repartir las cartas en los capítulos precedentes, y se pasó toda la película mirando al cielo. Con el '10' más cerca del pivote que del delantero, el Mallorca recurrió al fútbol directo y a los balonazos sin sentido de los centrales. Craso error.
Sólo Castro y Webó, que salieron desde el banquillo, se rebelaron contra la realidad de un equipo desgajado que defendió mal, construyó sin criterio y acabó con Ballesteros de delantero centro. Afortunadamente, la calidad siempre es capaz de sobreponerse al desorden y enderezar situaciones desesperadas. El tanto de Webó, que se estrenó con la camiseta rojilla, mantiene al Mallorca cerca de la UEFA, aunque desperdiciar la primera parte de un partido parece una actitud suicida.
El primer acto indígena se puede arrojar a la basura. Sin velocidad ni mordiente, fue incapaz de enlazar tres pases y poco a poco entró en la desidia. Arango era un mimo sin público; Basinas se enredaba y nadie se asomaba por las bandas. Tuni lo intentaba todo y no le salía nada. En la otra orilla, Jonás tampoco fue ese jugador explosivo que arrancó el torneo. El balón quemaba y nadie se ofrecía. La tarde pintaba mal. Además, los incendios en la línea de fondo fueron constantes, con Héctor, Nunes y Ballesteros extrañamente incómodos por la movilidad de Baiano e Íñigo.
El Murcia se parapetó atrás y soltó unos latigazos de lujo a la contra. Llegaba menos, pero transmitía más sensación de peligro. En una jugada que no era ni ocasión, llegó el 0-1. Tuni se hizo un lío en las narices de Lux y Nunes despejó sin criterio al cuerpo de un rival. El balón le cayó a Íñigo, que conectó una volea de lujo con la zurda (min. 23). El Mallorca acusó el mazazo y hasta el descanso se acercó más a la reprobación de sus aficionados que al elogio.
La entrada del Chori Castro al descanso por Tuni aportó frescura. El uruguayo mostró detalles a la hora de encarar y le dio al equipo una velocidad más que le permitió al Mallorca acorralar a su rival en un arranque esperanzador. Sin fútbol, pero con más actitud, se acercó al empate con las ocasiones de Güiza. El andaluz encadenó tres oportunidades: un remate que se marchó desviado (min. 46), un gol en fuera de juego (min. 49) y una volea (min. 56) que despejó Notario con la mejor parada de la tarde.
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