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El Mallorca sigue apoltronado en la zona más seca de la clasificación. Lejos del conflicto, pero apartado también del andén del que salen los trenes que conducen a Europa. Después de darse un atracón en el Pizjuán y de salir airosos de la fase más espinosa del calendario, los baleares no supieron aprovechar la tregua que les concedía el torneo, redujeron una marcha, y acabaron enredados en el atasco que había propuesto el Murcia de Lucas Alcaraz. Muy poco para el polvo que había levantado la espectacular victoria sobre el Sevilla o la luminosa actuación del Santiago Bernabéu.

La falta de regularidad podría convertirse en uno de los principales defectos del equipo, que se motiva como nadie ante los grandes y que tiende a sestear cuando el que está delante es un conjunto teóricamente inferior. Ayer encaró la cita sin chispa, con cierta desgana. Le regaló cuarenta y cinco minutos al Murcia y los pimentoneros, ordenados y aplicados en todas las líneas, estuvieron a punto de acabar con la maldición que les ha privado de ganar en Palma a lo largo de los cuarenta últimos años. Aunque fuera a los puntos, Alcaraz le ganó el combate a su colega Manzano y se sacó parte de la espina que lleva clavada desde el año 2003.

Con ese panorama era difícil progresar. El Mallorca entró en la jornada a muy pocas revoluciones y el Murcia, desde el criterio, fue ganando terreno a su antojo. Con paciencia y sin prisas. Los bermellones nunca encontraron el camino correcto, sobre todo porque el centro del campo pimentonero fue muy superior y el suministro hacia los atacantes pasó mucho tiempo cerrado. Además, los locales erraron más de lo habitual en la parcela defensiva y le facilitaron mucho el trabajo a su enemigo, que cogió impulso después de una jugada extraña.

El paisaje cambió un poco tras el descanso. Manzano varió de peones y Webó salvó un punto con un cabezazo magistral que suponía el gol número 899 del club en Primera división. En ese momento parecía que el grupo insular reeditaría sus gestas más recientes y que acabaría remontando, pero no hizo ni una cosa ni otra. Es más, el Murcia siguió generando problemas al contragolpe y estuvo a punto de lucrarse en los últimos minutos.

Las aspiraciones europeas han vuelto a congelarse, aunque un triunfo en El Sardinero dispararía de nuevo las expectativas. No será fácil. El Mallorca visitará en seis días a un Racing que, pese a su fracaso de este fin de semana (3-1), es uno de los conjuntos más solventes de la primera parte de la temporada. Después vendrán la Copa del Rey y el Athletic, pero eso todavía queda lejos. Por lo menos, ya se ha superado la frontera de los veinte puntos y la permanencia está encarrilada. O eso parece.