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Ha iniciado el ViveMenorca un peligroso ejercicio de mutación lejos de Maó. Cambia de piel con excesiva facilidad el equipo de Casas, que torna frágil y vulnerable cuando escapa del calor de su hinchada. Tal vez por eso como visitante es un grupo de perfil bajo, de rango menor. Su capacidad para competir mengua y su concentración es un desastre. Por más que Casas pide regularidad, al equipo le da por ofrecer picos de rendimiento que acaban dando con sus huesos estrellados contra el parquet. Ayer, ante un Pamesa con más residentes en la enfermería que en el banquillo, apenas pudo concederse un cuarto digno. El resto resultó vulgar, más plano que un folio. Y así resulta difícil soñar (85-69).

El inicio de partido fue una broma de mal gusto para el Menorca, que ni ajustó su defensa, ni encontró vías para acceder a la canasta del Pamesa. El grupo de Katsikaris, sin pestañear, firmó un parcial de 7-0 lanzado por Williams, que gobernó a su antojo el primer cuarto. No había noticia de la defensa de los exteriores del ViveMenorca, y el Pamesa conquistó el primer parcial con una concatenación de triples casi insultante. Timinskas, Milojevic, Douglas, Williams... La cita se estaba convirtiendo en una pesadilla para los de Casas (17-5) y ni siquiera el tiempo muerto del técnico catalán detuvo la hemorragia (23-12, primer cuarto). El Pamesa tenía un partido tan plácido que Katsikaris decidió tirar de rotación, y eso fue un alivio para el Menorca. Además, con Guzmán y Varda en pista el aspecto de los baleares mejoró. Los valencianos no tenían los mismos porcentajes en el tiro y el grupo de Casas iba haciendo. Un parcial de 2-12 alimentado por un par de triples de Ivanov y Varda estrechó el encuentro (25-24), pero el Pamesa volvió a aparecer. El preparador griego dispuso de nuevo su cinco inicial y un parcial de 6-0 le dio la vuelta al calcetín (31-24). Fue entonces cuando irrumpió por el partido Marc Fernández. El catalán de hielo, tan hierático como fiable en el tiro, clavó un triple y forzó una falta. De ahí nació un nuevo estirón isleño, justo hasta que Williams enchufó un triple sobre la bocina del cierre del primer tiempo (36-31, descanso). Marinovic y Williams se retaron tras el descanso, y el tercer cuarto fue un ir y venir de tiros de los dos directores de juego. Apenas se miraban en defensa y eso les permitió intercambiar canastas con facilidad. En ese intercambio de golpes el Menorca se sintió cómodo, porque el base americano del Pamesa no encontró socios en ataque y el serbio sí. Stojic y Jesús Fernández se sumaron a la fiesta en ataque y el ViveMenorca enjugó la ventaja (44-43). Fue hasta que los valencianos encontraron más argumentos. Miralles, sin ir más lejos. O Douglas, que enlazó cinco puntos consecutivos. Casas respondió metiendo a Guzmán en pista y eso lo abrazó el Menorca igualando el parcial levantino (57-52, tercer cuarto). El equipo menorquín volvía a mirar a los ojos al partido, pero no esperaba encontrarse con un inicio de último cuarto tan deficitario. Dos triples de Oliver y los puntos de Miralles cerraron la función, porque el Pamesa adquirió una ventaja que ya nunca soltó (62-52). Moss metía su primera canasta a 1'35" del final, Shirley andaba en el banco con unos números muy pobres, Marinovic sangraba por la nariz y el Pamesa ya tenía el partido en el zurrón (85-69, final). Fuera de casa la historia es bien distinta.