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Jenaro Lorente|MADRID
El Atlético se deshizo con sufrimiento de un Valencia en crisis desde la destitución de su anterior técnico, Quique Sánchez Flores, y que dobló la rodilla en Madrid, a pesar de que en el segundo acto ofreció una imagen más que aceptable y mereció el empate.

Sin embargo, el Atlético se comió al Valencia en el primer período. Lo amedrentó a base de coraje y buen juego a ráfagas y se hizo acreedor a marcharse al descanso con un marcador más amplio que el 1-0.

El Valencia se presentó inicialmente como un grupo muy enfermo, desnaturalizado, irreconocible, muy lejos del conjunto temible que en otros tiempos se acercaba al Vicente Calderón.

El único gol del partido llegó a consecuencia de un fallo de Hildebrand. El portero, que parecía entonado después de dos buenas intervenciones a tiros lejanos de Simao Sabrosa, de falta directa, y del «Kun» Agüero, cometió un error garrafal en el minuto 26, al intentar atajar un balón bombeado dentro del área pequeña. Al alemán se le fue la bola, que quedó franca a pies de Agüero, quien marcó su octavo tanto en la liga.

En la segunda parte, Koeman dio entrada a Banega y a Zigic y el equipo mejoró y tuvo oportunidades aunque no encontró la recompensa del gol.