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Fernando Fernández A estas alturas, las victorias son lo que valen, y más si echamos un vistazo a la clasificación. El Palma cumplió, sufrió una vez más en exceso, pero el triunfo (72-70) ante un Ciudad de Huelva que capea sus problemas extradeportivos desde la parte alta de la clasificación no esconde las carencias de un equipo que precisa de este tipo de estímulos y también de un toque de atención. Ausentes por fases, los hombres de Àngel Colino se manejaron con solvencia en un minuto final apasionante para dar la vuelta a un choque que se puso cuesta arriba, pero cuyo desenlace les permite tomar impulso (6-10) y acumular la tercera victoria consecutiva en un Palma Arena que empieza a convertirse en un fuerte.

No estaba nada claro el panorama en un arranque que tuvo un nombre propio. Lou Roe era la única referencia válida para un Palma que echaba de menos el aporte de un Puyada desconocido (Eric Sánchez siempre le superó) y de un Rejón mermado físicamente. Desde el banquillo, hombres como Schutte distaban años luz de su imagen habitual. En esas, los de Ciutat empezaban a acumular errores, pérdidas de balón y regalos en forma de rebote o segundas opciones que Junyent no desaprovechaba.

Debilidad
Con cinco puntos de ventaja llegaban los de Pepe Rodríguez al final del primer aqcto (15-20). Cuando las alarmas se encendieron, apareció la mejor versión celeste. Rejón se entonaba en el poste bajo y Muya le daba otro aire al Palma, que tomaba al fin ventaja (24-20), una situación que no sabrían conservar. Todo, en pleno recital de Junyent, quien forzó una antideportiva del belga que equilibró fuerzas. Tuvo que entrar en escena Kornegay y pegarse a Junyent para que llegara el colapso al Huelva, ya por entonces a remolque de un Palma que recordaba al que doblegó al todopoderoso Bruesa. Tres puntos era su botín al ecuador de la contienda (36-33), que dejaba mucho por resolver en los veinte minutos que restaban por delante.

Cuando mejor pintaban las cosas la falta de concentración volvió a aparecer sobre el parqué. Chris Hernández se convirtió en el complemento de un Junyent crecido (24 puntos y 20 rebotes). Los despistes y la precipitación se convertían en los principales argumentos de los de Colino. La antideportiva con la que Puyada era castigado era el reflejo del caos en el que habitaban los mallorquines, desbordados por el perímetro onubense (48-53). Y también de la falta de criterio ocasional de la pareja arbitral (Sánchez Mohedas y Rodríguez de Rada), que en el balance de faltas personales castigaron en exceso a los todavía feudatarios del Palma Arena.

Y otra vez, con el agua al cuello, apareció el mejor Palma. Entre Muya y Roe, con un triple y un tiro libre vitales, enchufaron de nuevo a los locales (54-53), que encabaran el último cuarto con desventaja en el rebote y demasiada irregularidad como para enganchar. Siguió el Palma siendo benevolente en el rebote y un 0-7 de salida hizo que fuera el Ciudad de Huelva el que llevara la manija. Otra vez, Roe y Rejón mantenían el tipo y Puyada irrumpió para inyectar oxígeno en un último minuto vibrante. Su triple (69-69) a quince segundos y un 2+1 de Rejón a tres del final sellaron una victoria que deja patentes los altibajos y la falta de intensidad del Palma, pero que otorga mayor crédito a un equipo que empieza a creer en sí mismo, aunque sea por fases, y ya es fuerte en su pista.