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Lorenzo Martínez|ROMA
El Real Madrid perdió ante la Roma su condición de invicto en el «Olímpico», donde hasta ahora nunca había perdido, desaprovechando como el pasado sábado ir pronto con ventaja en el marcador, el no saber «machacar» al rival, y ahora debe apelar al espíritu del Santiago Bernabéu para remontar y pasar a cuartos.

El equipo de Bernd Schuster es verdad que no mereció la derrota, pues hizo y construyó más que un Roma que evidenció no estar en su mejor momento de forma, pero al que bastó tender sus trampas para hacer suya esta ida. Le bastó con ello al conjunto de Luciano Spalletti para hacerse con un partido que se le puso cuesta arriba.

Y es que el conjunto madrileño supo golpear pronto y en el momento oportuno, cuando acosaba un Roma que había salido más agresivo de lo últimamente habitual y que hizo pasar unos primeros minutos de relativo sufrimiento a la contención madridista.

Pero para fortuna del Real Madrid, pronto apareció el holandés Robben, que estuvo muy inspirado y con ganas, y él sólo se encargó de amargar la noche a la defensa romanista. De una internada suya por banda izquierda nació el 0-1, al dar un hábil pase al centro sobre Guti, cuyo disparo en semifallo lo arregló Raúl, muy listo ante Mexes, para enviar al fondo de las redes.

Tras el 0-1 el Real Madrid vivió sus mejores minutos: controlaba el balón en corto, se mostraba atento y serio en defensa, donde Heinze estaba notable en anticipación, y en centro del campo, con Diarra y Gago anulando a los cerebros Pizarro y De Rossi, y por banda, nuevamente con Robben, metía miedo al rival.

Incluso, en otra buena acción de Robben, le fue anulado un gol a Van Nistelrooy, al recoger el rechace del meta Doni tras disparo de Robben estando en fuera de juego (minuto 10).