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Con las fuerzas justas y un equipo cogido con alfileres, el Mallorca rodará esta noche una de las funciones más decisivas de la carrera por la permanencia. El conjunto insular, aturdido todavía por el bofetón recibido en Montjuïc, se juega el tipo en uno de esos partidos que, para bien o para mal, suelen pasar factura en el epílogo de una temporada.

La escuadra que dirige Gregorio Manzano ejercerá de anfitriona ante un Deportivo al alza y con una victoria, por pequeña que sea, podría escapar definitivamente de la zona roja de la clasificación. Así de sencillo. Así de complicado (ONO Estadi, PPV, 20:00 horas). Llegan los baleares a las últimas curvas del campeonato con buenas sensaciones y unos números algo confusos. La semana pasada cayeron después de estar en pie nueve jornadas seguidas, aunque esa buena dinámica no ha rebajado la temperatura que le rodea.

El calor del peligro se sigue notando y si un triunfo serviría para apalabrar una porción notable de la salvación, otra derrota dejaría al equipo temblando. Y el calendario que se aproxima no invita precisamente al optimismo. Sin embargo, lo que más preocupa ahora mismo a Manzano es el estado que presenta su vestuario. La carga de bajas es tan pesada, que ni el técnico ni sus jugadores quieren mirar más allá de este fin de semana.