Fernando Navarro, Arango y Varela felicitan a Iván Ramis ante la presencia del jugador del Valencia Maduro. Foto: KIKE TABERNER

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CARLOS MONTES DE OCA (VALENCIA( El Mallorca no desaprovechó la ocasión para abordar Mestalla. El grupo de Manzano recurrió a su mejor versión de la temporada para espantar todos los fantasmas y acabar con el maleficio a lo grande. Luchaba el equipo isleño en Valencia contra la tradición y la Historia. Visitaba a un rival crecido y en un campo maldito, donde jamás había ganado. No parecía el mejor escenario para escapar del fango. Pero este bloque está acostumbrado a golpear en los escenarios más inesperados.

Lo hizo en el Bernabéu en la Copa. En el Pizjuán en la Liga en su última victoria a domicilio. Y lo repitió ayer con una exhibición enorme. Con un baño a su rival que reconoció la grada con una ovación cuando Güiza selló el tercero. Con ratos de buen fútbol y toneladas de casta, el equipo bermellón truncó décadas de frustraciones, ridiculizó a uno de los grandes y se dio una de las alegrías del curso. El conjunto de Koeman se desintegró con una fórmula que le permite al Mallorca afrontar las ocho últimas jornadas con la permanencia en el bolsillo y el depósito cargado de confianza. (0-3).

El grupo de Manzano se gustó en Valencia, tuvo ratos de buen fútbol y fue capaz de convertir a Hildebran en el menos malo de su equipo, todo un mérito en el santuario del Valencia. Además, tuvo empaque y aguante para soportar los escasos momentos de inspiración de las estrellas locales y para liquidar a la contra con una exhibición de pegada.