El balear lo hizo además mostrando su mejor versión, la de luchador indomable, y le ganó el pulso psicológico a Blake en el tercer y definitivo set. Una manga marcada por el resultado del tercer juego, en el que Nadal consumó una rotura decisiva en su sexta bola de 'break' después de levantar y devolver un 'smash' de un Blake que ya no es la bestia negra del número dos.
El de Florida había levantado un 0-40 y había salvado otras dos bolas de 'break', una de ellas después de que la bola tocara en la cinta, pero no encontró la forma de ganar su servicio. Finalmente, lo cedió y el partido se le terminó escapando porque perdió la fe finalmente.
Blake se entregó, perdió precisión y otros dos servicios para terminar claudicando por 6-1, permitiendo la remontada del tenista de Manacor. Una final impropio del americano, que había rayado a un gran nivel durante todo el partido y que le impide luchar por los títulos importantes del circuito.
Desde el principio Blake fue ese jugador que tanto le complica los partidos a Nadal, aunque el español le haya ganado las dos últimas veces. Un tenista agresivo al resto, que no gusta de puntos largos y que arriesga. Mientras la bola le entró a Blake fue impenetrable para Rafael Nadal, porque además acertó con su única pelota de 'break' del primer set para apuntárselo por 6-3. En el segundo set, el tenista local bajó su rendimiento y Nadal empezó a ascender peldaños, gracias a una derecha agresiva y que buscaba las líneas.
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