Carlos Moyà sufrió la despedida más cruel de Roland Garros en el décimo aniversario de su victoria en París al perder ante Eduardo Scwank por 6-7 (4), 2-6, 7-6 (1), 6-4 y 3-6. El argentino número no sólo apeó al mallorquín en primera ronda, sino que, además, le privó de acceder a los Juegos de Pekín en un encuentro en el que el palmesano remontó dos sets y acabó sucumbiendo después de que su rival sufriera un tirón en el muslo que le obligó a terminar el partido con ostensibles gestos de dolor.
Moyà, en otro trágico guiño del destino, cayó por segunda vez en primera ronda después de trece participaciones en Roland Garros y lo hizo frente a un rival con características similares al que le eliminó por entonces. Hernán Gumi exprimió en el año 2000 el repertorio del que ayer hizo gala Schwank, que se sorprendió a propios y extraños con un juego muy completo y muy sólido al servicio.
El tenista argentino salió en tromba producto del rodaje logrado a través de la ronda previa y gracias a la confianza que acumuló en los tres Challengers que logró antes de desembarcar en el Bosque de Bolonia. A Schwank no le pesó su estreno en el cuadro principal de un grande y sorprendió al mallorquín, que no pudo aprovechar las tres pelotas de break de las que dispuso en el tercer juego y que podrían haber cambiado el rumbo del choque. El jugador sudamericano, cargado de garra y con una derecha muy efectiva (36 errores no forzados por los 56 de Moyà), no dejó más resquicios para la ruptura y en el tie break sacó rendimiento de su solidez en el servicio para ponerse en ventaja 6-7 (4) tras 51 minutos de juego.
Schwank se creció y Moyà acusó el golpe moral en el segundo set. Después de que cada uno mantuviera su servicio en blanco, el jugador argentino rompió los dos siguientes del mallorquín en el tercero y en el quinto para situar el 1-4 ante el asombro de la grada de una pista número dos que insuflaba todo el ánimo posible a uno de sus jugadores predilectos como es el mallorquín. Schwank mantuvo el nivel para apuntarse el segundo set en 33 minutos de juego por 2-6.
Moyà, que contaba con el apoyo de los aficionados y en especial de su pareja Carolina Cerezuela, empezó sirviendo y recuperó sus buenas prestaciones al saque, pero no encontraba la manera de hacerle daño a un rival que puso sobre la pista todas sus virtudes. «¿De dónde ha salido el fenómeno éste?», murmulló el mallorquín entre los puntos que desembocaron en el 4-4. En el undécimo juego, después de que ninguno pudiera con el saque de su adversario, Moyà salvó dos pelotas de break y colocó el 6-5 en el marcador. Entonces la grada se volcó y el balear sacó a relucir sus galones en la muerte súbita del tercer parcial para recortas distancias en el marcador.
Sin embargo, Shcwank parecía todo un veterano de Roland Garros y la tónica del partido no cambió. No obstante, Moyà parecía encarrilar su remontada cuando logró su único break de las ocho oportunidades de las que dispuso y marcaba las diferencias para colocar el 4-3, mantener su saque y poner la directa hacia un triunfo con el 6-4 del cuarto que parecía asegurarse teniendo en cuenta que su rival llegaba a Roland Garros aquejado de un pinzamiento en la espalda.
Sin embargo, no fue un pinzamiento en la espalda sino un tirón en el muslo derecho el que cambió el rumbo del encuentro. Schwank colocó el 3-5 al romper el saque de Moyà en un punto que parecía acabar con el argentino. De acuerdo con las nuevas reglas de la ATP Schwank recibió asistencia médica y, pese a su cojera, el parón de seis minutos frenó en seco la intensidad que quería aplicar el balear. El argentino echó el resto al servicio y se jugó todas y cada una de las pelotas para lograr el 3-6 que le daba el pase a la siguiente ronda.
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