Rafael Nadal muerde el trofeo de campeón de Roland Garros tras derrotar a Federer en menos de dos horas. Foto: FRANÇOIS LENOIR/REUTERS

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Ni la incomodidad del mal tiempo y medirse a cuatro zurdos en las primeras rondas, ni enfrentarse al mejor jugador sobre tierra del año, ni medirse al mejor de 2008 y tampoco jugarse el título con el mejor de la historia. 28 victorias en 28 encuentros avalan la trayectoria de Rafael Nadal en su cuarta conquista consecutiva de Roland Garros, donde el mallorquín ha vuelto a agotar los calificativos sin ceder un set, perdiendo el menor número de juegos sobre la arcilla de París y convirtiéndose en el líder de la Carrera de Campeones.

Tres victorias en el segundo grande del curso le colocaban como el gran favorito, pero la progresión experimentada en su juego le han convertido en inabordable en la edición que acaba de echar el cierre. El estilo de juego que le ha permitido convertirse con sólo 22 años en el sexto jugador con más títulos sobre tierra batida de la historia se combina con sus ansias por seguir progresando. En 2008 ha ido a más con el paso de los días hasta ofrecer una versión muy mejorada de la que ya le había permitido alzar tres Copas de los Mosqueteros. El notable conseguido en la asignatura pendiente del servicio le ha permitido solucionar situaciones comprometidas y disfrutar de una gran solidez con sólo nueve breaks concedidos. Además, la derecha ha vuelto a exhibir su ritmo de pelota más endiablado y un peso de bola casi inasumible ni para los especialistas sobre arcilla, lo que unido a los centímetros que le ha ganado a la línea de fondo le han hecho peligrosísimo al resto (51 rupturas). Casi nada si encima la fortaleza mental y física del mallorquín está un peldaño por encima del resto de mortales que confluyen en el cuadro.

El mal tiempo y los jugadores zurdos marcaron la primera semana de competición. Hacía 26 años que un tenista no se topaba con cuatro zurdos en su camino (Guy Forget hizo lo propio en 1982 en Cincinnati) y también hacía mucho tiempo que la climatología no obligaba a paréntesis por la lluvia como los de Wimbledon. Sólo el brasileño Thomaz Bellucci ofreció algo de resistencia en el estreno del campeón (7-5, 6-3 y 6-1), pero a partir de ahí ni el francés Devilder (6-4, 6-0 y 6-1), ni el finlandés JNieminen (6-1, 6-3 y 6-1) y tampoco el madrileño Verdasco en los octavos de final (6-1, 6-0 y 6-2). El examen de cuartos ante Nicolás Almagro lo saldó de forma excelente gracias a un triple 6-1 y la posterior reválida ante Novak Djokovic con matrícula de honor. Ayer redondeó la gesta. Ya van cuatro.