Rafael Nadal logró ayer para el tenis español el decimoquinto título individual en Roland Garros, sobrepasando los tres de Arantxa Sánchez Vicario y los dos de Manuel Santana, demostrando que es el amo y señor de la pista Philippe Chatrier, donde se bate a prueba de fuego.
Con 28 victorias seguidas en este estadio, cuya pista central cumplió ayer su 80 aniversario, Nadal logró su cuarto título esta temporada, después de los de Montecarlo, Hamburgo y Barcelona, para alcanzar la cifra de 27 que lleva en su palmarés.
A sus 22 años recién cumplidos, Ana Maria y Sebastián, sus padres, pueden presumir de la eficacia de su vástago. Nadal ha sido capaz del más difícil, vencer tres veces seguidas en París al número uno del mundo, Roger Federer, y hacerlo en esta última de la forma más hiriente.
La filosofía que su tío y entrenador Toni Nadal, ha inculcado al zurdo de Manacor es sencilla. Pensar en sí mismo, centrarse en su juego, y no tener miedo al destino. Así, ha sido capaz de ganar cuatro veces Roland Garros, de forma consecutiva e igualar el cuarteto mágico que el sueco Bjorn Borg logró de 1978 a 1981.
Así ha sido capaz el español de ganar sin ceder un set en París, tal y como Borg lo logró en 1978 y 1980. Sólo otro jugador más, el rumano Ilie Nastase, en 1973, salió invicto de París, una gesta sólo reservada para los que poseen el corazón y la fuerza del de Manacor.
Nadal precipita sus éxitos y sus récords. En 2005, año de su primer título en París, cuando ganó en la final al argentino Mariano Puerta, el zurdo español se convirtió en el primer jugador después del sueco Mats Wilander (1982) en ganar el título en su debut en esta competición. Nadal no había podido competir el año anterior debido a una lesión en el pie, pero visitó las instalaciones para comprobar dónde dejaría su impronta años después. Imbatido (40-0) en partidos a cinco sets sobre tierra batida, el español ha demostrado su fuerza y concentración en duelos de esta exigencia. Fue en la final de Roma ante el argentino Guillermo Coria y al año siguiente en este mismo escenario, contra Roger Federer, donde lo demostró con creces. «Allí tuve enfrente al mejor Federer», admitió recientemente Rafael.
La regularidad es una de sus mejores cualidades. Este año ha aterrizado en París ganando por cuarta temporada consecutiva al menos tres títulos sobre arcilla. En 2005, lo hizo aún con más gloria al coleccionar cinco en su camino a su primer éxito en Roland Garros.
«Es el más fuerte sin duda», admitió hoy Federer que aún persiste, próximo a cumplir 27 años, en que su tren no ha pasado de vía en París.
Ahora, Federer espera venganza en Wimbledon, donde Nadal ha llegado a disputarle la final en dos ocasiones. En 2006 forzó el cuarto set, y en 2007 el quinto, donde dispuso de puntos de ruptura para colapsar al suizo. En quince días, nueva cita.
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