Miquel Àngel Moyà, se ejercitó por la tarde junto al resto de sus compañeros en los campos de entrenamiento de Son Bibiloni. Foto: M.A.BORRÁS

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Miquel Àngel Moyà mueve pieza. El portero del Mallorca decidió intervenir ayer en la partida de ajedrez que disputan estos días el Valencia y el club balear reordenando todos sus peones sobre el tablero del ONO Estadi. El de Binissalem, consciente de que se encuentra ante el primer gran contrato de su carrera profesional, se reunió con Vicenç Grande y Nando Pons para trasladarle su deseo de jugar en Mestalla las próximas temporadas a cambio de un suculento traspaso. El montante final de la operación rondaría los ocho millones de euros y habría que incluir en la misma la cesión de David Navarro para los dos próximas campañas. El meta, por su parte, percibiría en torno a un millón de euros por cada uno de los años que pase en la capital del Turia. Ahora la pelota esta en el tejado del Mallorca, que pretende apurar al máximo la venta de uno de los grandes iconos que aún guarda en el vestuario. El culebrón llega a los últimos episodios y el final parece evidente, pero todavía no ha acabado. Eso sí, es cuestión de horas.

La cronología de la historia, que sigue el guión preestablecido, dio ayer un giro radical después de que se estancara en tierra de nadie. El lunes por la noche, Mallorca y Valencia seguían tensando la cuerda y daba la sensación de que los levantinos iban a apartarse momentáneamente de la puja para centrarse en otras opciones más asequibles, aunque quizá también menos interesantes para sus pretensiones deportivas. Fue ahí cuando Moyà decidió entrar en el plano. El meta isleño, que en las últimas semanas ha ido perfilando un acuerdo con los dirigentes del club ché, pidió una reunión con el presidente y el director deportivo para comunicarles su deseo es aceptar la oferta que le ha llegado desde el otro lado del Mediterráneo. Los dirigentes le recordaron que tenían muy presente la propuesta, pero que existen todavía una serie de diferencias que deberán reducirse para obtener su aprobación. El jugador les recordó su situación, su trayectoria en el club o su dedicación, y subrayó que se encuentra ante la mayor oportunidad que se le ha presentado hasta ahora en la vida. Se estrecharon distancias y se habló incluso de un acuerdo zanjado, pero el Valencia paró las máquinas y anoche todo seguía abierto.

Después del cónclave a tres bandas que se celebró en las oficinas de Son Moix todos lo tenían muy claro. Moyà reconocía que había tenido que emplear sus armas para evitar que el asunto se bloqueara y Grande dejaba entrever que el traspaso es un hecho. «No queremos que se vaya, aunque hemos de respetar las decisiones. La oferta del Valencia es buena, pero nosotros, al igual que Moyà, tenemos que defender nuestros intereses a muerte. Si podemos compaginar los nuestros con los del jugador sería perfecto. Él se quiere ir y, desgraciadamente, ustedes ya saben como acaban siempre estas cosas», afirmaba en declaraciones a IB3.

Uno de los puntos de fricción que se desvelaron después en el marco de la operación tiene que ver con el regreso a Palma de David Navarro. El central de Sagunto, que durante el ejercicio anterior ya estuvo a las órdenes de Gregorio Manzano, percibe una ficha que supera el millón de euros y aunque el Mallorca la asumió por completo el curso pasado, quiere que el Valencia abone esta vez una parte de la misma. La otra opción propuesta en la Isla pasa por apartar al defensa del traspaso e incrementar la oferta económica, aunque parece poco viable. Sobre todo, por que los rectores valencianistas consideran muy elevado el precio de Moyà y porque la jugada les permitiría liberarse de uno de los futbolistas con los que Emery no cuenta de cara a la nueva campaña.