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Fernando Fernández|PEKIN
La aparición en escena de Rafael Nadal provocó el delirio en la pista central y dejó pequeña la número dos del complejo olímpico de tenis de Pekín. La reentrada del tetracampeón de Roland Garros tras su fugaz paso por los Juegos de Atenas (cayó en primera ronda de dobles con Carlos Moyà) ha dado un nuevo aire a la competición, que estuvo a punto de vivir una sorpresa mayúscula. Finalmente, el de Manacor supo solventar la papeleta ante el italiano Potito Starace (6/2, 3/6 7 6/2) y horas después, haciendo pareja con Tommy Robredo (eliminado del cuadro individual), daba el primer paso hacia el podio (6/3 y 6/3) a costa de los suecos Björkman y Soderling.

No comenzaba con buenas sensaciones el día. El primer turno (10:30 de la mañana en Pekín), calor, humedad y un oponente incómodo y con poco que perder. Starace apenas ofreció resistencia en el primer parcial, pero mostró lo mejor de su repertorio en un segundo set en el que se vio la cara más desconocida de Nadal. Ante el intratable servicio del transalpino y la capacidad de respuesta a las ofensivas del balear, el tempranero break endosado por Starace al próximo número uno del ránking ATP definió la dinámica de una manga para olvidar por parte del mallorquín, errático en sus subidas a la red y sin la chispa que define a su poderosa zurda. Nadie contaba con un 3-0 para Potito. Y eso que Rafael dispuso en dos juegos de dos pelotas de rotura en cada uno, todas resueltas a favor de su rival, que ante la mirada del Principe de Asturias y la Infanta Pilar de Borbón castigaba al líder del equipo español con un 6/3 que conducía al partido a un desenlace por el que pocos hubieran apostado.

Nadal se vio obligado a estirar la contienda hasta la tercera y definitiva manga. Y ahí fue donde Starace pinchó. Entre las condiciones climáticas y el empuje de un todavía número dos que quería despachar a su enemigo lo más rápido posible, en el sexto juego quedó todo resuelto. Esta vez, el manacorí no dejó escapar el tren del break y abría una brecha que, con lo que restaba, se antojaba insalvable para el italiano, que reaccionó al siguiente juego, pero con 15-40 se desplomó ante el aplomo de un Nadal que con el 5/2 finiquitaba un partido que por momento llegó a ver complicado, dado el empuje del adversario de turno, crecido ante la posibilidad de apartar de la carrera por las medallas al gran favorito, pero que cuando tomó contacto con la realidad, se desplomó como lo hacen todos.

El australiano Lleyton Hewit (12:30 hora española, aproximadamente) aparece en el libro de ruta de Nadal camino de la tercera ronda. El australiano ya no es el de antes, pero conserva un carácter ganador que puede emerger en cualquier momento. Ayer, se deshizo del sueco Björkman (7/5 y 7/6) y se presenta como uno de los rivales más complicados en su parte del cuadro.

En un arrebato se sinceridad, Nadal celebró su victoria ensalzando las virtudes del torneo olímpico de tenis y el prestigio que una medalla en él permite conseguir. «Para mí, los Juegos son una gran experiencia, estoy disfrutando en la Villa y me siento feliz. Probablemente, tras los cuatro Grand Slams sea el torneo más importante de este año. Puede que el funcionamiento del evento sea igual o parecido respecto a otros, pero lo que cambia es que vives una vida diferente, las comodidades son menores, y eso te ayuda a ver la vida real», dijo el tenista de Manacor, quien confesó que en el caso de Pekín «te tienes que espabilar, porque aquí no tienes chófer esperándote en la puerta del hotel, ni una habitación grandiosa. Eso no te hace falta para ser feliz, y yo lo soy aquí. Por eso me gustaría estar más tiempo o volver otras veces. Me siento a gusto, la gente me reconoce y me gusta poder hacerme fotos con ellos y sentirme querido, porque en el fondo todos somos deportistas, somos iguales», espetó el futuro número uno del mundo. Los torneos son importantes cuando los ganan los que están arriba. En los Juegos Olímpicos a lo mejor no ha pasado esto, pero a los ganadores del oro se les recuerda. Por ejemplo, Massú es un héroe nacional en Chile». Sobre la diferencia de los premios entre un torneo ATP o un Grand Slam y la recompensa de los Juegos, Nadal reitera que «representar a España es un orgullo. Yo no juego por dinero, ni aquí ni en los otros torneos. Sinceramente, nunca pienso en los que me llevo al ganar un partido», explicó en su comparecencia de prensa posterior al triunfo en la primera ronda.