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Roberto Morales|MADRID
El Real Unión, conjunto de Segunda división B, firmó la proeza en el estadio Santiago Bernabéu, para instalar la crisis en un Real Madrid, al que no sirvió de nada el recital de Raúl González, autor de tres tantos, ni la esperanzadora aparición de un canterano como Alberto Bueno.

El Real Madrid se despidió a las primeras de cambio de su primer título, la Copa del Rey, sonrojado ante un Segunda B, que prolongó su gafe en una competición que no gana desde 1993 y en la que encadena actuaciones más ridículas cada temporada. Un histórico del fútbol español como el Real Unión, ahora instalado en el pozo de la Segunda B, tuvo ante las cuerdas en todo momento al Madrid, incrédulo e impotente, en un día en el que jugadores que debían reivindicarse ante Schuster, quedaron retratados.

El sabor a clásico de un duelo con historia copera, dejaba en ventaja de antemano al Real Unión, que había vencido cinco encuentros por tres de los madridistas. El presente, pese a la enorme diferencia de calidad, fue a la par. Alejados del miedo escénico que antaño provocaba el Santiago Bernabéu, el modesto salió a morder. Lo consiguió. Su técnico, Iñaki Alonso, había mentalizado a sus jugadores con vídeos de películas de guerra e imágenes del partido de ida. Hizo ver a sus futbolistas que, con lucha y unión, eran capaces de dar la gran sorpresa. Estaban ante el momento de su carrera y para el jugador del grande era un marrón a solucionar.

Problemas
Inmerso en una plaga de lesiones, con Pepe, Diarra, De la Red, Robben y Van Nistelrooy en la enfermería, los minutos importantes de la prueba se perdían entre errores de Marcelo, imprecisiones de Gago y jugadas alocadas de Drenthe. Con las ideas más claras, Abasolo asestó el primer golpe. Un error de Marcelo, acabó en centro cruzado y a placer superó a Dudek con su derechazo (m.14). Poco después, un pase desesperado de Marcelo lo transformó en gol Raúl aprovechando la salida en falso de Eduard. Su ímpetu le hizo quitarse los galones, pelear cada balón, y en uno de ellos en el centro del campo quedó tocado para el resto del partido, al cometer una falta y acabar con un fuerte golpe en su pierna derecha.

Nacía la segunda parte con un Madrid con defensa de circunstancia. Se aprovechó de ellas Manu, que con su pase en profundidad, rompió a Metzelder y dejó a Salcedo en un mano a mano con Dudek, que acabó en gol.

Los blancos apelaron entonces a la garra y tras empatar rápidamente daba la sensación de que se hacían con los mandos de la eliminatoria. Bueno se descubrió con un golazo y Raúl completó el hat-trick a poco del final. Parecía la sentencia, pero el enésimo error de la defensa blanca remató una noche negra. Eneko Romo, al borde del final, aprovechaba la pasividad de la zaga, para cabecear a la red con Dudek haciendo la estatua.