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Miguel Luengo |MAR DEL PLATA
En un partido lleno de tensión, agónico, y con estados de ánimo cambiantes, España sumó el segundo punto al vencer Feliciano López y Fernando Verdasco a David Nalbandian y Agustín Calleri, por 5-7, 7-5, 7-6 (5) y 6-3 para adelantarse por 2-1 en la final de la Davis.

Un grito de una aficionada con camiseta roja, que se tapó la cara con una bandera española, puede que haya cambiado el rumbo del partido y quizás incluso de esta final, en la que España se encuentra ahora a un sólo paso de lograr su tercera Ensaladera, y conquistarla por primera vez como visitante. Sucedió en el desempate del tercer set, con un set iguales, cuando Argentina había recortado una ventaja de 5-1 y servicio de España, con saque de Fernando Verdasco, que incluso tuvo un punto de set, y había forzado el desempate de forma agónica.

Tras esta sensacional remontada, con el público local más bravo que nunca sacaba Nalbandian para hundir al equipo español con 5-1. Un grito desde la grada cuando ejecutaba su segundo servicio despistó al de Unquillo y éste cometió doble falta (5-2).

El público argentino rugió entonces. Y las frases «Hijo de puta, hijo de puta» y «que se vaya, que se vaya», tronaron en el Polideportivo Islas Malvinas. Fue el momento clave de un partido que se le fue de las manos al juez árbitro de esta final, el sueco Stefan Francsson, que permitió un auténtico vendaval de silbidos y una euforia incontrolada del público argentino. El juez máximo hizo amagos en varios momentos de cortar la situación, y de hecho habló con el juez de silla, el francés Pascal Maria, pero tan sólo se produjo una advertencia al público.

El encuentro cambió de estado de ánimo por momentos. Nalbandian y Feliciano se mantuvieron a un nivel extraordinario, tal y como lo exhibieron el viernes en la primera jornada. Pero Verdasco desperdició un set hasta que despertó por fin y se sumó al brazo ejecutor de «Feli» para nivelar el partido. La fiesta cambió de dueño. El público se había mostrado más ruidoso y animado que el día anterior, pero respetuoso y apoyando siempre a su equipo con cánticos, «Argentina, cada día te quiero más», y elogios a un malabarista Nalbandian al que llamaron «Maradona».

Con un set iguales, los dos argentinos se fueron al baño mientras los españoles se sometían a una nueva sesión de Emilio Sánchez. El resultado fue contundente, España se colocó con 5-1 como un huracán, pero les faltó rematar. Salvado este parcial de forma desesperada en el desempate y tras el incidente con el servicio de Nalbandian, la moral argentina se hundió y también los aficionados. Todo parecía decidido cuando Nalbandian cedió su saque en el quinto juego (3-2) y Calleri en el séptimo (5-2).

Verdasco tuvo su saque para destrozar las esperanzas locales, pero desperdició dos bolas para ello. Nalbandian, bajo presión, algo nervioso y desquiciado, entregó el suyo. El último punto fue un gran resto de revés de Feliciano, un premio al gran hacer del toledano.