Germán Lux, durante un reciente entrenamiento celebrado en la Ciudad Deportiva. g Foto: MONSERRAT
El Mallorca cruza el primer tercio del campeonato con el pulso tembloroso. Los últimos tropiezos han provocado un clima de desconfianza y el grupo de Gregorio Manzano afronta la visita a Valladolid atrapado en un laberinto de dudas. El equipo parece haberse contagiado del permanente estado de erupción que se respira en la planta noble y se presenta a orillas del Pisuerga en plena cuesta abajo. Con cuatro jornadas consecutivas sin ganar (2 puntos sobre 12 posibles) y la amenaza de verse sepultado por el alud de la crisis, el Mallorca se autoexige el triunfo para apagar los primeros incendios de la temporada. (17.00 horas, Nuevo José Zorrilla. PPV).
Con los números en la mano, el encuentro se presenta algo desigual, pero afortunadamente el fútbol no se rige por principios matemáticos. El conjunto isleño se ha desangrado en las últimas semanas y ahora, tambaleándose, ofrece una imagen famélica, pero le bastaría un triunfo en Valladolid para lucir de nuevo un aspecto agradable y poner el epílogo a un noviembre negro.
Las estadísticas revelan que el Mallorca se siente cómodo en Valladolid, donde ha logrado un empate y dos triunfos en sus tres últimas visitas. Tampoco Manzano ha perdido nunca en su casa, donde reside su familia, como entrenador rojillo. Pero ese dato es papel mojado ante un rival que rebosa vitalidad tras salir airoso de la etapa alpina.
Racha De hecho, los blanquivioletas tumbaron a Sevilla y Real Madrid en casa y hace siete días destrozaron al Villarreal en El Madrigal. La goleada en el Camp Nou (6-0) es la única tara del conjunto que, de momento, mejores resultados ha obtenido ante los grandes.
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