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Albert Orfila / Carlos Román

La 'opción Shepherd' empieza a desinflarse. El ex presidente del Newcastle, a día de hoy el único candidato real a hacerse con el paquete de acciones del Mallorca que controla la familia Grande, está atrapado entre las dudas. El empresario británico debe decidir en las próximas horas si formaliza una oferta para hacerse con los mandos del club balear, aunque su entorno no es demasiado optimista al respecto. En cualquier caso, tiene previsto reunirse hoy mismo con David McKnight (su mano derecha) para analizar los detalles de la posible operación y valorarlos en su conjunto. Si finalmente no se decide a dar el paso, el futuro del club seguiría lleno de nubarrones y se adentraría en un escenario muy diferente al que se ha planteado hasta el momento.

Shepherd no se fía. El inglés, que a diferencia de su compatriota Paul Davidson siempre se ha mostrado muy cauto en todos sus movimientos, lleva varias semanas masticando la ofensiva. Es consciente de cuáles son las exigencias de Grande (sus dos ofertas anteriores fueron rechazadas al ser consideradas «insuficientes»), pero conoce también el estado en el que se encuentra el Mallorca y no quiere lanzarse al vacío. De hecho, la reunión que debía producirse hoy mismo entre las dos partes todavía no ha llegado a concretarse y es probable que no llegue a hacerlo nunca. McKnight, que en las últimas horas ha estado recabando información acerca de las cuentas del club, se la trasladará hoy a Shepherd y entre ambos decidirán que camino toman. Los últimos acontecimientos tampoco favorecen el desarrollo del proceso. Deportivamente, el Mallorca se ha desplomado en las últimas jornadas y el ambiente del entorno se ha calentado de forma muy peligrosa. Y con el equipo asomado a los puestos de descenso y un calendario terrorífico por delante, Shepherd no quiere precipitarse. Su proyecto en la Isla carecería de sentido en el caso de un hipotético descenso y ha ampliado los márgenes de maniobra para cubrirse las espaldas.

Si Shepherd falla, Grande tendrá que activar un plan B. Lo que parece evidente es que la estancia del presidente en la poltrona de Son Moix tiene fecha de caducidad. La bronca del pasado domingo le ayudó a abrir la puerta de salida y si se le agotan las posibilidades de vender el paquete de títulos de la entidad se centrará de lleno en la otra opción que hay ahora mismo sobre la mesa. Tal y como explicaba ayer este diario, Grande tiene pensado oficializar en breve su dimisión para construir después una estructura profesional sobre la misma cúpula del club, siguiendo el modelo que aplicó en su momento el Grupo Zeta. De esta forma, él se apartaría de la gestión diaria y se la entregaría a un ejecutivo profesional. Lo que no hará, en ningún caso, será abandonar la presidencia del Mallorca sin un respaldo firme.

Así las cosas, las próximas horas parecen cruciales para el devenir de la entidad. Mientras Freddy Shepherd se lo piensa, Vicenç Grande sigue atando cabos y perfilando los detalles de su marcha.