La tragicomedia protagonizada por el Real Mallorca en los últimos meses desembocó, al filo de las tres de la tarde, en la sala de prensa de Son Moix con Joaquín García Martínez (Zurich, 21 de diciembre de 1965) coronado como el presidente número 34 en los 92 años de historia de la entidad balear. Después de una matinal esperpéntica; de una reunión del consejo de administración clandestina -celebrada en el Bufete Buades-; de la dimisión por carta de Vicenç Grande; de un comunicado de Juan Antoni Ramonell, que se acostó el miércoles como futuro presidente y al día siguiente ya había agotado su mandato... el club optó por la solución menos traumática: nombrar a un presidente interino -su mandato concluirá el 30 de enero de 2009- con la única misión de pacificar al mallorquinismo hasta que el Mallorca encuentre un sustituto -Mateu Alemany es el deseado- y el comprador que anda buscando desesperadamente.
El Día D resultó grotesco. Con todas las cámaras apuntando a Son Moix, los consejeros optaron por huir de los medios y refugirarse en un despacho de abogados. El Bufete Buades fue el escenario escogido para firmar el triste epílogo de Vicenç Grande. Mientras, en el ONO Estadi, los medios aguardaban noticias, alguna voz que guiara los pasos. Pero no había nadie del club. Silencio absoluto. «No sabemos nada», repetían sin cesar.
Mientras, en las entrañas del BB, se estaba gestando el fin de Grande. Tres años y medio después de acceder a la presidencia a bombo y platillo, el promotor selló su renuncia como consejero y como presidente del consejo de administración por carta, una decisión que provocó la indignación de José Miguel García, el segundo máximo accionista de la SAD. «Irse sin dar la cara no es la mejor forma de dejar la entidad», apuntó el consejero, que el pasado jueves por la noche rechazó la presidencia del club.
La reunión se prolongó por espacio de tres horas. Durante la misma se explicaron los motivos que obligaron a aplazar la Junta General de Accionistas hasta el 30 de enero -entonces se nombrará un nuevo consejo de administración y se analizarán de nuevo las cuentas- y, como adelantó ayer Ultima Hora se nombró a Joaquín García Martínez como presidente interino. Los administradores concursales dieron su visto bueno a la elección, contrariamente a lo sucedido hace unos días con la candidatura de Juan Antoni Ramonell. La única abstención fue la de José Miguel García, que se reserva su derecho a dimitir en las próximas fechas.
Grande deja la presidencia en manos de un gestor de su confianza -es director general del Grup Drac- que debe capear el peor temporal de la historia contemporánea del Real Mallorca. La presentación del nuevo presidente tampoco resultó acorde con la magnitud del evento. Al filo de las dos y cuarto de la tarde, con los periodistas parapetados en la puerta del Bufete Buades -entre medias, Gregorio Manzano habló del trascendental partido de mañana ante el Sevilla- un sms convocaba a la prensa para las 14.45 horas en Son Moix.
Unos minutos antes, Maria Elena Ordinas -esposa de Vicenç Grande-, Joaquín García, el abogado Lluís Huerta y José Miguel García abandonaron la cumbre.
Al filo de las tres de la tarde, Lluís Huerta hizo de maestro de ceremonías y presentó a Joaquín García como el nuevo presidente del Mallorca SAD. No había noticias de Vicenç Grande. En la soledad más absoluta, García aportó un discurso basado en el sentido común. «Mi misión es busca un presidente y el mejor comprador posible para el club». También apostó por enterrar el pasado y mirar hacia adelante. Mañana, curiosamente el día que cumple 43 años, arranca su presidencia, un mandato de 40 días que pueden marcar un punto de inflexión en el futuro de la sociedad.
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