Scaloni y Duda pugnan por la posesión del balón en un lance del partido. g Foto: JON NAZCA

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Otra prueba superaba. El Mallorca encontró en La Rosaleda el punto de confianza que andaba buscando y abandonó entre abrazos uno de los enclaves más peligrosos de la Liga. Visiblemente lastrada por las bajas de sus hombres más influyentes, la escuadra isleña expandió su dinámica positiva y acabó embolsándose un empate que el jueves podría triplicar su valor. La salvación aún no está asegurada, pero sigue cogiendo volumen en el horizonte (1-1).

Manzano recurrió a la fórmula más lógica a la hora de recomponer al equipo y rellenó los huecos que había en ataque con un simple cambio de cromos. Mantuvo a Arango anclado en el flanco izquierdo, metió a Webó en el área de Goitia y clavó al 'Chori' Castro a su espalda. En cualquier caso, no impidió que el Málaga destapara el partido gobernando, aunque fuera de forma sutil, sin arañar demasiado. Ante eso, el Mallorca necesitó casi un cuarto de hora para subirse al partido. Hasta entonces, los bermellones esperaron en su trinchera a que el juego local se quedara sin gas para redactar después un guión a su medida.

Un inocuo disparo de Webó abrió la veda. El portero no tuvo ni que moverse, pero el gesto del africano activó el engranaje balear. Cléber cerró la puerta de la sala de máquinas, Castro encendió la lámpara y el equipo empezó a sentirse cómodo. Lo hacía todo bien, hasta que se quedaba sin fuego cuando le veía la cara al portero malaguista. Webó, con un cabezazo de manual (minuto 20), midió muy bien sus reflejos, pero malgastó después todo lo que pasó por sus botas. Al margen de eso, el duelo se fue ensuciando a base discusiones y ofreció muy poco más. Sólo rompió la pauta un excelso contragolpe lanzado por Cléber que no supo redondear el 'Chori' (minuto 45).

El paréntesis del descanso fue mínimo, ya que uno y otro retomaron la partida en el mismo punto en el que la habían dejado. El Mallorca seguía conquistando terreno y encontraba petróleo en la zurda de Arango, que comenzaba a marcar su terreno en los disparos desde la frontal. El encuentro iba cogiendo forma y estaba a punto de caramelo para los isleños. O eso parecía...

Se despertó sobresaltada la formación balear con un cañonazo de Apoño. El sorprendente jugador malagueño cazó un rechace mordido a veinte metros de Lux y le pegó a quemarropa, sin meditar un segundo la ejecución, que acabó siendo impecable. El 'Poroto' no pudo hacer nada. Reaccionó bien el Mallorca al desplante, manteniendo la dinámica que le había llevado a arrinconar al Málaga en su esquina. Y en una de sus vueltas de tuerca, volvió a emerger la figura de Arango. Tomando como ejemplo la obra de arte que rubricó en Gijón, el venezolano mandó un balón cargado de cianuro a la raíz del poste de Goitia y le hizo un justo nudo al empate (minuto 58). Como tocaba volver a empezar, los técnicos reclamaron su turno de palabra. Tapia reformó a fondo su ataque rebañando todo lo que tenía en el banquillo y Manzano, además de indultar a Keita para que sustituyera a un negado Webó, acorazó el centro del campo dándole minutos a Mario. De todas formas, el partido parecía quebrado de arriba abajo y las ocasiones se amontonaban ante una y otra portería sin demasiado sentido. Lux, que recuperó sus temores con una salida en falso, se rehizo después con un paradón a un remate de Duda y mantuvo al equipo sobre el alambre. El Mallorca, por su parte,lo basaba todo a la contra y acarició el segundo al final del camino, tras una combinación entre Arango y Keita que no concretó el guineano. Los bermellones ya tienen una preocupación menos. La salvación sigue estando en casa.