El alemán André Greipel, del Columbia, se apuntó la etapa más larga de la Vuelta a España, la «clásica» de la presente edición disputada ayer entre Venlo y Lieja a través de 225 kilómetros y que tuvo un final accidentado, con una caída masiva que no alteró la clasificación general, ya que el suizo Fabian Cancellara, uno de los involucrados, retuvo el maillot oro.
Greipel, nacido en Rostock, como Jan Ullrich, hace 27 años, aportó otra victoria al Columbia. Fue el más rápido entre los 4 supervivientes de la masiva caída que se produjo a 2 kilómetros de meta. Celebró su primera victoria en la Vuelta con un tiempo de 5h.43.05, por delante del belga Wouter Weylandt (Quick Step) y de otro alemán, Bert Grabsch, también del Columbia, los más afortunados del día. El hecho de haberse producido el accidente a menos de tres kilómetros de la llegada permitió que no se contabilizara el tiempo de retraso de los accidentados. «Menos mal», decían con alivio los españoles Samuel Sánchez y Alejandro Valverde, que fue uno de los que se cayó, pero tuvo fortuna.
Tampoco le pasó nada al líder Cancellara, pero llegó maltrecho y empujado por los compañeros el gallego Ezequiel Mosquera (Xacobeo). El ciclista suizo aguantó el maillot oro un día más y los favoritos mantuvieron las posiciones. Una etapa maratoniana, la más larga de la presente edición, de genuino sabor a ciclismo clásico. Viaje que se lanzó en Venlo, aún en Holanda, con fina lluvia, y desembocó en Lieja junto al río Mosa, en el corazón de la francófona capital de Valonia con el guión aplicado al pie de la letra, ya que no faltó la fuga consentida de anónimos y la posterior caza previa al esprint.
El cuarteto formado por Javier Ramírez Abeja (Andalucía), Lars Boom, Dominik Roels (Milram) y el uzbeko Sergey Lagutin, del Vacansoleil, abrió diferencias cercanas al cuarto de hora, pero la cabalgada se diluyó como un azucarillo a 32 kilómetros de Lieja. Mucha precaución, incluso miedo, por las estrechas carreteras belgas. Nadie apostó por el riesgo la víspera de la jornada de descanso. El asfalto parecía impregnado de aceite y el peligro se materializó de nuevo a 3 kilómetros de meta, donde se produjo una descomunal montonera que afectó a la mitad del pelotón. Sólo 7 corredores se salvaron de la quema, y de ellos cuatro fueron los encargados de disputar el reducido esprint. Por detrás, el amasijo de bicicletas se iba deshaciendo. Heridas, golpes y todo el mundo lamentando la «locura de etapa».
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