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Los miembros de la familia Martí Mingarro han sido los actores principales de una película que ha durado tres meses y que ha desembocado en una crisis económica y de gestión que se hace urgente corregir para garantizar la superviencia del club y que no caiga en la depresión de un concurso de acreedores.

El siete de noviembre aparecieron casi de la nada los hermanos Mingarro, Luis y Javier, el primero era conocido por su brillante carrera como abogado, mientras que el segundo era conocido por su vinculación con el Lorca y la salida en falso de este club murciano. Curiosamente, Luis Mingarro calificó la presencia de su hermano en el equipo levantino como de simple «tentativa». Ahora esta misma situación se ha repetido en el Mallorca, aunque con el agravante de que la crisis económica ha sido mucho más importante ya que el club es de Primera División, con todo lo que ello conlleva. Su gran problema ha sido no afrontar los compromisos económicos que adquirieron cuando compraron el club y a partir de ahí la crisis fue de mal en peor.

El presidente Tomeu Vidal, intermediario en la compra del Mallorca entre la familia madrileña y Alemany, ha vivido entre la necesidad de ser fiel a sus clientes y la consciencia de que esta situación se encaminaba hacia el abismo. El grupo de trabajo de Martí Asensio también ha jugado su papel. Ernesto Cháves, como director financiero no ha podido ni de lejos dar solución a la crisis y supuestos agentes como Gori y Gonzalo Fernández nunca han gozado de credibilidad en el club ni en el entorno más allá de Martí Asensio. Nando Pons y Gregorio Manzano han estado enfrentados prácticamente desde el primer día a los Mingarro, mientras que los consejeros José Miguel García y Miquel Vaquer han ido aumentando su indignación con todo lo que sucedía a medida que iban pasando las semanas. Alemany ha vuelto a jugar un papel clave al pasar a la acción para recuperar el control del club y la plantilla de futbolistas ha puesto definitivamente en jaque a la propiedad al manifestarles abiertamente sus discrepancias. Han sido todos actores de una función que debe escribir hoy su último capítulo. El fin de los Mingarro en el Mallorca.