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Harto de ser un equipo diminuto lejos de Palma, el Mallorca se plantó en Mestalla con la intención de dar la cara ante otro de los grandes. Demostró valor, fe y tesón y sobrevivió a un huracán de fútbol gracias a la solvencia de Aouate y a la sangre fría de Borja, que con el 1-0 en contra, lanzó un penalti a cinco minutos del final con una serenidad insultante y que posibilitó que los de Manzano atraparan un punto y salieran vivos de Mestalla (1-1).

El plácido dominio del Valencia en casi todo el partido se convirtió en esquizofrenia al final y el Mallorca se mueve bien por las arenas movedizas y cuando al rival le entran las dudas, echa mano de la practicidad para matar a sangre fría, a traición, como más duele. Es decir, al final, cuando no hay tiempo para nada más. Pero la aventura en Mestalla pasó por muchos decorados.

La primera parte tuvo dos mitades bien diferenciadas, con Silva y sin él. Con el canario sobre el campo, el Valencia era un vendaval, un huracán indominable. El Mallorca presionaba arriba, pero cuando los de Emery robaban cualquier noticia podía surgir y no precisamente buena. Villa demostró que es humano a los cuatro minutos al enviar un balón por encima del larguero nada más empezar y poco después, su hambre de gol jugó en contra de su equipo. Tocó el balón en posición de fuera de juego y eso invalidó el gol que debía ser de Silva. En esa fase de partido el control era del Valencia, el juego también, las oportunidades ni decir y del Mallorca no había dado excesivas noticias. Cometía un error el once balear y de hecho prolongó este fallo casi todo el partido: no ató a Banega, no supo. Lo intentó, lo que ocurre es que hay jugadores especialmente escurridizos y él es uno de ellos.

Sin embargo, el guión del encuentro cambió radicalmente gracias a dos acciones puntuales; una fortuita, la lesión de Silva y otra técnica, el intercambio de posiciones de Borja y Castro. Si el Mallorca flojea en los laterales, el Valencia tiene en la izquierda a un flan llamado Mathieu. Por ahí Castro en dos ocasiones y también Aduriz tuvieron la oportunidad de variar el marcador en su favor, pero faltó acierto. Además, Borja fue perdiendo fuelle con el paso de los minutos y el madrileño rinde por el centro, no echado a un costado.

Buscaba el grupo balear la transición rápida entre defensa y ataque y eso descoordinaba a los de Emery. Sin embargo, el gol no llegó y el primer acto se cerró con un enorme susto. Joaquín lanzó un balonazo a bocajarro al que respondió Aouate de forma espléndida. El Mallorca necesitaba el descanso, pero Manzano parecía haber dado con la tecla y el Valencia se iba descosiendo. Nada se sabía de los desajustes defensivos de los rojillos, esos desajustes infantiles y a la vez fatales. Tardaron en llegar, pero llegaron. Ocurrió en el lanzamiento de un corner muy mal defendido a nivel colectivo por Josemi. La pelota llegó al corazón del área y lejos de encontrar oposición lanzó un centro chut al segundo palo que fue rematado a gol por Villa. (1-0). Quedaba un mundo y el partido se electrizaba. Pero era el Valencia quien más sinfonía le metía al partido. Se gustaba. Banega seguía disfrutando de espacios, el Mallorca no coordinaba y Aouate volvía a demostrar que es un porterazo se mire por donde se mire. Lo demostró en un disparo de Villa y en dos intercepciones de balón llegadas desde la derecha.

Naturalizó de nuevo Manzano el dibujo con la entrada de Julio Àlvarez y devolviendo a Borja a su escenario natural. El Mallorca daba un paso atrás y el Valencia robaba y buscaba espacios. Joaquín envió al poste y a falta de quince minutos para terminar los de Manzano vivían una pesadilla. Pero el fútbol tiene una máxima: quien perdona, lo paga y el Valencia perdonó y lo pagó. Bruno cometió un penalti absurdo sobre el Chori y Borja estableció el empate a cinco para el final. No había tiempo para más, sólo para la tensión y para las precipitaciones del equipo local. El Mallorca salía vivo de Valencia. Otra vez tuvo Aouate un papel determinante. Otra vez un gol fue suficiente para evitar al menos la derrota. Un puntazo.