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Miguel Lázaro|CÀCERES
El Bàsquet Mallorca se llevó la victoria ante el Cáceres por 82-85 en un partido en el que Amador se salió en la pintura, y el perímetro (Riera, Blanch) estuvo a la altura para dar a los isleños su sexto triunfo, basado en su mayor intensidad e implicación.

El Mallorca tuvo momentos de dudas en el primer cuarto pero supo reaccionar y ofrecer su mejor cara para llevarse el triunfo. El partido empezó con un intercambio de canastas y sobre todo de errores. Cuando habían pasado 6 minutos tanto unos como otros sumaban sólo seis puntos. Amador, con un triple, puso por primera vez por delante a su equipo, pero rápidamente fue contrarrestado por Holcomb. Un parcial de 6-0 colocó a los de Aranzana por delante (17-14) al final del primer periodo.

A pesar de que el segundo cuarto comenzó con ventaja cacereña (20-14), el Bàsquet Mallorca les endosó un parcial de 5-20 que noqueaba al equipo cacereño (25-34, m.18). La ventaja balear no bajaba de los diez puntos (32-42) camino del vestuario.

En la reanudación, el Mallorca se fue 13 arriba tras un 0-7 que parecía enterrar las esperanzas locales. Entonces llegó el principal momento de desconexión en el equipo mallorquín y tras un parcial de 13-0 el partido se igualó a 49. Pero en el momento álgido del partido, los naranjas rompieron la reacción cacereña con un parcial de 0-10 que devolvía el mando en el electrónico a los de Sastre.

Un triple de Riera y un rápido contraataque de Blanch despegaba a catorce puntos la diferencia (56-70). No obstante los últimos minutos fueron de pelea y a base de este empeño los cacereños ajustaron un poco el marcador con diferencias que ya bajaban de los diez puntos (67-76 con una canasta de Alex González a falta de cuatro minutos). En la espiral de faltas que supuso el último minuto, los cacereños consiguieron ir limando diferencias hasta los tres puntos con los que se llegó al final del partido, tras un triple de Francis Sánchez. Sin embargo, el 82-85 final no reflejó la suficiencia con la que el equipo mallorquín llegó al final, sin poner en peligro la victoria en ningún momento.