Federer está considerado por muchos como el mejor tenista masculino de la historia. En números, con sus 20 títulos de 'Grand Slam' (102 torneos en su palmarés) tiene los honores de su parte, además de por su estilo, su personalidad y por tener casi 38 años y seguir peleando por los títulos más importantes.
El de Basilea ha pasado por lesiones y por bajones en el juego, pero desde que en 2017 volviera tras más de seis meses de lesión, Federer está en primera línea de batalla. El suizo llegó a su duodécima final en la hierba londinense a costa del español Rafa Nadal, su buen amigo pero también mayor rival, en especial en esa carrera de leyendas.
El balear ganó el pasado Roland Garros para ponerse en 18 'grandes', más cerca que nunca de Federer (20), pero ahora el de Basilea tiene a tiro su noveno Wimbledon y el 21º de los gordos. El golpe en la mesa, además de agrandar la figura de un tenista sin fin, sería triple el domingo frenando al cuatro veces campeón 'Nole'.
El serbio es el tercero en discordia de un 'Big 3' que ha terminado por cortar los debates sobre nuevas generaciones, condenadas a esperar las jubilación del trío. Djokovic tuvo su crisis después de ganar por fin Roland Garros en 2016, pero el año pasado la dejó atrás ganando Wimbledon y US Open.
El de Belgrado no genera tanto ruido como Nadal o Federer, o ha sido algo eclipsado por el resurgir de 'Fedal', pero ya lleva 15 GS, tiene un año menos que el español y ha ejercido largos periodos de dominio en el Circuito. 'Nole' es una amenaza clara que puede cobrar fuerza si defiende título el domingo.
Será el 48º partido entre ambos, con 25-22 para el serbio. Ambos son casi fijos de las finales del tercer 'grande' de la temporada desde 2003 y Djokovic le ganó al suizo las de 2014 y 2015. Federer quiere venganza para volver a decorar su jardín y dejar de nuevo al mundo con la boca abierta. 'Nole' quiere ser el futuro.
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