Aritz Aduriz lamenta un error en un encuentro reciente. | Alfaquí

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Forman la sociedad más letal en el ataque del Mallorca, aunque uno y otro navegan constantemente en corrientes opuestas. Víctor y Aduriz, Aduriz y Víctor, representan el último gran contraste que muestra el vestuario isleño. El de Algaida, que volvió a la arena hace diez días tras perderse casi dos meses de competición, ha rescatado en un par de jornadas lo mejor de su catálogo y se reencontró el domingo con el gol gracias a la colaboración del Chori Castro. El vasco, por su parte, lleva más de dos meses sin ver puerta en la Liga y aunque su trabajo en el campo está fuera de toda duda, vive la peor racha de su camino como bermellón. Cara y cruz.
En el caso de Víctor, está dibujando una de las campañas más extrañas de su hoja de servicios. Tras un año y medio de cesiones en Segunda, el punta mallorquín se reenganchó el pasado mes de julio a la vida del club y lo hizo acreditando la madurez necesaria para triunfar en Primera. Sin embargo, algo fallaba. Su juego recopilaba todo tipo de elogios entre sus compañeros de plantilla, pero el gol no llegaba y tuvo que esperar once jornadas para reivindicarse con un gol decisivo que acabó con el Almería. Después llegaron los tantos al Rayo en la Copa y la fractura de clavícula que le mantuvo inactivo hasta hace nada. Reapareció en Zorrilla, donde el árbitro le anuló un gol aparentemente válido y engordó su cuenta ante el Sporting en una enorme función colectiva.
Aritz Aduriz, en cambio, ha recorrido un camino parecido a la inversa. Destapó el campeonato a lo grande (tres goles en las cinco primeras jornadas) y se distinguió como una figura indispensable para el grupo, un rango que por otra parte aún mantiene. Su estado de forma era tan notable que Vicente del Bosque le señaló en varias ocasiones como uno de los candidatos a acudir al próximo Mundial de Sudáfrica. Pero su caudal se secó de repente. Curiosamente, lo hizo después de superar la portería de su ex equipo, el Athletic, en la primera jornada de 2010. Desde entonces, tiene la suerte de espaldas y en la Liga no ha conseguido marcar ni de penalti. Aún así, no pierde la sonrisa. El guipuzcoano sigue conservando la confianza de sus compañeros y del técnico y visitará el sábado el domicilio de su víctima favorita: el Getafe.
Desde que expone su fútbol en el escaparate de Primera, Aduriz se ha cebado con el conjunto madrileño, al que ha endosado 6 de los 41 tantos que ilustran su tarjeta de presentación. No hay ningún otro equipo al que haya acribillado en tantas ocasiones con el campeonato doméstico como telón de fondo y el sábado pretende abundar en esos números. Además, hay otro dato que juega a su favor. La última diana a la que puso su firma se escenificó precisamente en el Coliseum, con motivo de la Copa del Rey (28 de enero).
Aduriz, que tiene en Víctor a su pareja de baile preferida, intentará recuperar sus mejores sensaciones a costa del Getafe, un club que el pasado verano se dirigió a Son Moix para tantear su fichaje y que llegó incluso a presentar una oferta en firme para hacerse con sus servicios.