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En mitad de la crispación y con la hoguera que esta semana ha encendido la afición a su máximo rendimiento, el Mallorca de Carreras ha vuelto a ver algo de luz al final del túnel. De momento, no es más que un pequeño punto en el horizonte, si bien tras siete jornadas de oscuridad casi absoluta parece una puerta abierta al cielo. Los bermellones, que descorchaban la jornada con medio cuerpo sobre el abismo, liquidaron al Club Deportivo Tenerife entre las protestas de su afición al palco y recuperaron la respiración, aunque sea de forma parcial. Una vez archivado el fin de semana parece evidente que ni el equipo ni su hinchada han conseguido nada, pero al menos han trazado el camino. Ahora solo falta que el tiempo se ponga de su lado.

Arrancó pronto la jornada para el Mallorca y su gente, que desde primera hora de la tarde coloreaba los aledaños del Lluís Sitjar para emprender desde una reivindicativa marcha a pie hasta el actual domicilio bermellón. Era el origen de una tarde histórica que, extrañamente, tuvo un final feliz a ras de hierba.

Porque entre las vallas del estadio tampoco hubo paz para la directiva del club, citada en múltiples ocasiones durante todo el encuentro con único fin: reclamar su dimisión, su salida de la entidad. Los cánticos que exigían su renuncia, personalizados muchas veces en la figura del presidente Biel Cerdà, sonaron a más volumen que nunca.

La otra gran fotografía del fin de semana se tomó en plena acción, con los futbolistas sobre el campo y el palco atendiendo a lo que ocurría encima de la arena de Son Moix. A iniciativa de la plataforma Junts pel Mallorca, que durante la semana había reunido en las tripas de Son Moix, a un nutrido grupo de seguidores dispuestos a movilizarse, el estadio registró una imagen insólita en el minuto 12 (el número que históricamente ha identificado a la afición) de cada tiempo. En ese momento, los nueve mil espectadores que poblaban las tribunas le daban la espalda al terreno de juego y durante sesenta segundos se olvidaban simbólicamente del partido. Era una forma llamativa de concentrar en muy poco tiempo un enfado de tamaño industrial, a la vez que se hacía extensible al resto de la liga.

Otra instantánea para el recuerdo la protagonizó Berrobocop, un personaje que se ha erigido ya en el futuro icono del mallorquinismo. El individuo de cartón, una versión en rojo y negro del que protagonizó la película de Paul Verhoeven a finales de los ochenta al que ahora han dado vida los miembros de la Penya Els Berros, dio la vuelta completa al campo en dos ocasiones aupado por los seguidores, que trataron de acomodarlo incluso en el palco. La seguridad del club lo impidió, pero parece que a partir de ahora tendrá un sitio fijo en Son Moix.