Preparados. Vicente Moreno se dirige a los futbolistas del Mallorca sobre la hierba del estadio de Son Moix. | Teresa Ayuga

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El Mallorca está listo para el ensayo general. Tras cuatro semanas ensamblando piezas y seis amistosos de rodaje, el equipo balear va a poner un punto y aparte y el contador a cero. Con el Ciutat de Palma esperando dueño, Vicente Moreno expondrá ante su público las cartas que tiene en la mano y seguirá cincelando su obra en el último partido del verano sin puntos sobre la mesa. Un duelo ante un filial con un rango superior, el Sevilla Atlético, que servirá para tomarle la temperatura al grupo a ocho días de que comience el baile (Son Moix, 20.00 horas).

Se presenta el Mallorca a su trofeo con un aspecto mucho más saludable que cuando se asomó por última vez a su estadio. En aquella amarga despedida vestía una talla mayor, pero no era más que un equipo resquebrajado que se desmontaba sobre sus propios pasos. Dos meses y dos días más tarde es una formación nueva, que regresa a una categoría desconocida y que cargará, desde el primer minuto, con la necesidad de salir cuanto antes de ella.

Cambios
A pesar de ese traumático cambio de vida, el nuevo Mallorca ha ido desprendiendo un aroma agradable a su paso por la pretemporada. En muy poco tiempo Vicente Moreno ha armado un bloque aparentemente solvente que tiene muy claro dónde se encuentra la meta y cuál es el camino que debe tomar para atravesarla. En cualquier caso, hasta ahora solo ha vivido en un decorado de cartón piedra en el que ha combatido con balas de fogueo. Y el partido de hoy supondrá su última y definitiva prueba de tiro.

El Mallorca ha ganado todos los encuentros que ha disputado y apenas ha sufrido rasguños durante el trayecto. Empezó poco a poco, ante rivales situados un piso por debajo como el Poblense o el Constància que le ayudaron a quitarse el óxido de las piernas. Ganó por la mínima al conjunto azulgrana gracias a un tanto de Rufo que rompió el hielo (1-0) y se mostró algo más suelto en Inca (0-2), donde Reyna abrió el marcador y Cedric empezó a cavar una zanja. A partir de ahí, todos los goles han llevado su firma o la de Lago Junior.

Entre ambos han formado una sociedad explosiva que ha seguido creciendo en los partidos posteriores, ya ante oponentes empadronados en la categoría de bronce como Formentera (4-0), Rayo Majadahonda (2-3) y Toledo (0-1). Una hilera de duelos en los que más allá de presumir de estabilidad defensiva —únicamente ha recibido dos goles y en el mismo partido—, ha mostrado capacidad de reacción ante situaciones desfavorables y oficio. Unos rasgos que confirmó el miércoles contra un enemigo de plata, el Lugo, y en un campo que, curiosamente, nunca había conquistado (0-1).

El gran aliciente del partido de este sábado, al margen de observar la evolución del equipo, pasa por ver en acción a las últimas incorporaciones y por comprobar el nuevo papel que representan sobre el campo los cuatro únicos futbolistas que han sobrevivido al descenso. El proyecto está a punto de soltar amarras.