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Un gol de Abdón Prats en el tiempo de descuento dio el triunfo (2-1) al Real Mallorca ante el Rayo Vallecano cuando el empate parecía ya una sentencia definitiva. El gol del artanenc inundó de alegría Son Moix y acercó el milagro de la permanencia en la Primera División. Ahora, el Real Mallorca depende de sí mismo y si gana en Pamplona en la última jornada de Liga continuará la temporada próxima en la máxima categoría del fútbol español.

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Este Real Mallorca ha hecho una campaña pésima, ha mostrado numerosas carencias, pero el milagro de la permanencia, además de posible, ya es probable. Ayer, se adelantó en el marcador en la primera parte, mientras que el Cádiz, que comenzaba perdiendo, igualaba el partido antes de llegar al tiempo de descanso. Los nervios atenazaron al Mallorca en la reanudación y el Rayo Vallecano aprovechó el desconcierto de los hombres de Aguirre para empatar. El desastre rondaba Son Moix, mientras Lunin, el portero suplente del Real Madrid, paraba un penalti al cadista Negredo. La desesperación se iba apoderando de Son Moix, demasiados minutos en silencio, cuando apareció Abdón Prats y nos acercó a la gloria de la salvación.

En todo caso, la permanencia no está atada. Ni mucho menos. De hecho, ganar en Pamplona no será fácil. De hecho, el Real Mallorca debe mejorar en muchos aspectos para ganar en un terreno complicado. En este tipo de finales, la táctica es menos importante. Hay que apelar a la épica, al orgullo, al corazón y a los sentimientos para ganar un partido vital para el club, el equipo y la afición. Jugar bien siempre es el camino más corto que conduce hacia la victoria, pero en estos partidos solo importa el resultado. Hay que ganar. Es cierto que hay que jugar con cabeza, pero no pueden repetirse los errores que hemos visto ante el Rayo. Hay que jugar convencidos, sin miedo.