Toni Amor, durante la entrevista en Son Moix. | miquel a. canellas

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Como el Mallorca, Toni Amor Fernández (Palma, 1976) ha subido de nivel. Tras más de una década recorriendo el mundo y acumulando experiencia en diferentes países, el hoy segundo entrenador bermellón unió su camino al de Javier Aguirre unos meses antes de que estallara la pandemia. Lo acompañó en el Leganés y en los Rayados de Monterrey antes de acudir junto a él a la llamada de auxilio del club de Son Moix para las últimas nueve jornadas. Una historia de suspense con un final feliz.

¿Ha asimilado ya lo que ha supuesto este final de temporada?
—Han sido días de mucha tensión, de dormir poco. Hasta que el otro día ya se acabaron del todo las pilas (risas).

Sobre todo después del 2-6 del Granada, ¿no?
—Fue un golpe duro porque no te lo esperas. Llegamos al descanso del partido con las sensaciones de que íbamos a ganar, estábamos convencidos. El equipo había acabado bien la primera parte, habíamos sabido reaccionar al primer gol suyo, nos anulan otro, tuvimos alguna ocasión… Queríamos salir enchufados después del descanso para ir a por el segundo gol dentro un orden pero nos marcan dos que nos dejan descolocados y el mazazo definitivo es el 2-4. Ellos fueron muy efectivos y nos marcaron prácticamente cada vez que llegaron. No fue un partido para acabar 2-6, pero esto es fútbol. Fue un golpe anímico y una decepción por cómo nos había recibido y apoyado la gente.

¿Cómo fue el primer entrenamiento tras ese día y qué ocurrió exactamente para que a partir de ahí todo fuera diferente?
—Hay varias cosas. Por la experiencia que teníamos del año del Leganés, Javier mucho más porque se ha encontrado otras veces en situaciones parecidas, sabíamos que las últimas jornadas son una montaña rusa de emociones. En aquel momento, ¿quién iba a decir que acabaría bajando el Granada? Es complicado, pero hay que intentar mantener un equilibrio, aunque al final todos somos personas y tenemos todos nuestras circunstancias. Y sufrimos mucho, como cualquiera. Después de ese día tuvimos un entrenamiento a primera hora en el estadio, vimos el partido, analizamos los errores y nos dijimos un poco las cosas a la cara . La semana fue muy dura, pero nos ayudó que hubiera otro partido enseguida. Hay un momento puntual en el que el míster hace una charla con el grupo que es el punto de partida para todo lo que viene después. Lo que dijo le abrió a todo el mundo los ojos y se vio la realidad del momento.

¿La clave de todo fue ese empate del Pizjuán?
—Sabíamos que ese punto nos podía dar la salvación, aunque después había que hacer los deberes. Creíamos, como así fue, que seis puntos no bastaban pero que siete probablemente sí. Estábamos convencidos de que Granada o Cádiz pincharían.

Las entradas de Reina o Battaglia también fueron importantes.
—Siempre hemos intentado contar con los jugadores que están mejor en ese momento, tanto física como mentalmente. Creíamos que era el momento de cambiar y había gente que merecía la oportunidad. Al final, nosotros quitamos y ponemos, pero los protagonistas son los jugadores. Y no ha sido cosa de uno o de dos, ha prevalecido el colectivo. El grupo es súper sano y ha sido un orgullo trabajar con un bloque humano tan bueno. No nos salvamos por el partido de Sevilla o el de Pamplona, sino por la suma de toda la temporada y por lo que ha aportado todo el mundo, desde el cuerpo técnico anterior, a los trabajadores. La permanencia es de todos.

Daba la sensación de que hasta el final Aguirre no había podido aplicarle su sello al Mallorca.
—Nueve jornadas es poco tiempo y si al llegar quieres hacer muchas cosas creo que te equivocas. A lo mejor pareció poco popular lo de poner una defensa de cinco, por ejemplo, pero creíamos que era lo mejor en ese momento. Yo desde México había visto todos los partidos del Mallorca y sabía lo que pasaba, pero al llegar vas a tiro fijo. Lo que queríamos, sobre todo, era evitar tantos goles en contra y mantener la portería a cero. Y si te fijas en las tres últimas jornadas solo nos marca un gol el Rayo y a balón parado. A mí me encanta que mi equipo haga un fútbol ofensivo pero las necesidades eran cortar la sangría de goles y que el equipo fuera sólido, que compitiera. No puedes hacerlo todo en un día. Luego es la propia clasificación la que te va pidiendo que des un paso adelante, como pasó el día del Alavés. Más allá del dibujo, hay que mirar el contexto y dentro de nuestras posibilidades hemos intentado cambiar alguna cosa porque veníamos para eso.

¿Eso quiere decir que el Mallorca de la temporada que viene no empezará siendo tan defensivo?
—Los equipo de Javier son ordenados y difíciles de ganar. Y luego, sobre todo ahora que tendremos más tiempo, hay que ir sumándole cosas. No nos vamos a encorsetar en una defensa de cinco o de cuatro, pero sí queremos que sea un equipo disciplinado. También depende del perfil de jugadores que tengas. Y lo del dibujo que utilices es relativo. Lo importante es tener una estructura defensiva y otra ofensiva en la que todo el mundo sepa lo que tiene que hacer y luego tener un plan de partido.

¿El técnico participará en la confección del nuevo proyecto?
—Javier (Aguire) está en contacto con Pablo (Ortells) y lo llevan ellos dos. Estamos muy contentos por la confianza del club, que es absoluta. Nos han dado mucha tranquilidad para trabajar.

Ya lleva unos cuantos, pero vivir un partido al lado de Aguirre parece toda una experiencia.
—Él tiene muy buena relación con los árbitros y siempre dice una cosa: los árbitros y la suerte no entrenan conmigo. Nunca les echa la culpa y es muy autocrítico siempre. Tenemos diferentes puntos de vista en algunos momentos pero nos trata genial a todos los que trabajamos con él, es muy fácil. En el día a día siempre genera buen ambiente a su alrededor y es muy positivo, te da confianza y te quita presión. Escucha, valora todo y luego toma él las últimas decisiones. No se le escapa nada. Entiende muy bien el fútbol y las relaciones personales. Y donde mejor se mueve es en la situaciones límites. Aquí hemos sumado 13 puntos en nueve partidos y en Leganés, 31 en 26 jornadas. En el deporte el factor mental es fundamental y Javier ha trabajado muchísimo en eso.

¿El vestuario necesita ya una regeneración?
—Lo que le ha faltado al Mallorca en los últimos años es tener continuidad en una categoría. Estar dos años en la misma te va a permitir entablar una base. Cambiar cada año provoca cierta inestabilidad, aquí y en cualquier otro club.

Ya ha habido movimientos como las salidas de Reina ySevilla. ¿Qué pierde el Mallorca sin ellos?
—Llegaron en un momento crítico y se van siendo titulares y siendo importantes. Son dos leyendas. Ha sido un placer trabajar con ambos y espero que les vaya muy bien.

Y luego está el caso de Oliván.
—Ha sido una sorpresa muy, muy agradable. Y no todos los jugadores, en su situación, hubieran hecho lo que ha hecho él. Lo ha dado todo hasta el final y estamos muy agradecidos por su comportamiento. Contra el Granada, que no fue titular, quería jugar toda costa y salió luego sin calentar. Le irá muy bien donde vaya porque es un excelente profesional y una gran persona.

¿Les hubiera gustado hacer algo para que alguno siguiera?
—Es un tema de club y yo solo soy el segundo entrenador, hay cosas en las que no entro. Nada más llegar Brian ya nos dijo cuál era su situación, nunca escondió nada. Hemos ido con el grupo hasta el final y ahora es el club el que debe tomar decisiones.

¿Les ha sorprendido Muriqi?
—Es espectacular y un profesional como la copa de un pino. Tiene un carácter fabuloso, es muy positivo, interpreta muy bien el juego… Nos ha dado muchísimo, se ha implicado al doscientos por cien y es muy autocrítico. Después del partido del Rayo sentía que podía haber hecho más en la que jugada en la que nos marcaron y vino a decírnoslo nada más acabar el partido. Es muy perfeccionista.

¿Cree que vale los 12 millones de la opción de compra?
—No sé si es su precio o no, es el club el que debe saber hasta dónde puede llegar. Sé que se está haciendo todo lo posible para que se quede y que lo están intentando de verdad.

¿Ha notado al club muy cambiado desde su anterior etapa?
—La verdad es que sí, es todo muy diferente. Yo me fui el verano que llegaba la propiedad encabezada por Serra Ferrer, al que no conozco personalmente. Decidí no seguir porque no me interesó lo que me ofrecieron en aquel momento y ya tenía pensado salir de la isla.