En el partido se colocaron junto a los aficionados mallorquinistas. «Estábamos en un fondo y todo el partido nos estuvieron tirando cosas los hinchas del Atlético. Al acabar el partido, la Policía nos dijo que nos fuéramos rápido porque no ellos no respondían del comportamiento de los aficionados colchoneros», comenta Pep Lluís a quien también le impresionó mucho cómo se oía cantar a la hinchada rival en el Santiago Bernabéu. «Ese ¡Atleti' todavía retumba en mi cabeza».
A pesar de perder, los dos hermanos tienes en Valencia a su final preferida. «Yo creo que tenemos dos copas, la de Valencia y Elche», comenta Xim. «Estábamos justo en el otro lado de los penaltis y cuando vimos que el portero de Barcelona se tiraba a un lado y Stankovic lanzaba al otro palo veíamos el balón ya dentro. Cuando se fue fuera no lo podíamos creer», recuerda Pep Lluís. Aún se les pone la carne de gallina al rememorar los apoyos de los valencianistas desde los balcones cuando iban en el autobús de regreso al aeropuerto de Manises. «Incluso en el campo, aficionados culés nos decían que merecíamos esa copa, que era nuestra», explican.
En 2003 por fin llegó el título. «Éramos favoritos y cuando vi a Etoo diciendo tranquilos, ya vi que no iba a fallar. De todas formas, tanto mi hermano como yo somos unos sufridores y aunque vayamos ganando 3-0 en el minuto 85 seguimos pasándolo mal», dice Xim.
Esta final tiene el recuerdo de que fue vivida con su padre, que ahora tiene 90 años. «Él se quedó en un hotel con unos amigos, pero nosotros regresamos esa misma. Al aterrizar llamé a mi mujer y le dije que no me esperara que me iba a la Plaza de las Tortugas», cuenta Pep Lluís.
Llega la final de Sevilla en un momento un poco complicado. «Ganar la Copa estaría muy bien y confiamos en el planteamiento de Javier Aguirre, pero si nos dan a elegir, preferimos estar en Primera», aseguran, aunque Xim, que no tiene muchas simpatías por el Real Madrid añade. «Pero sería tan bonito que nos hiciera el pasillo...».
Xim irá a la capital andaluza en AVE desde Zaragoza donde vive su hijo. Pep Lluís volará hasta Málaga. A una hora de Sevilla han alquilado una casa rural donde se juntarán los dos con su otro hermano y sus respectivas familias. «Para nosotros el Mallorca es un punto de unión. Aunque hablemos mucho por teléfono, igual no nos vemos en 15 días, pero sabemos que en cada partido allí nos juntaremos mi padre y mis hermanos y pasaremos unas horas juntos sufriendo por nuestro club», dice Pep Lluís.
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