El uso de claraboyas, grandes ventanales o espejos colocados estratégicamente son recursos para el buen aprovechamiento de la luz solar.
La luz que entra en nuestra casa por las ventanas y balcones juega un papel importantísimo en la eficiencia energética. Ahorra luz eléctrica e incluso puede ayudar a calentar estancias, con lo que todo ellos supone un interesante ahorro eléctrico de consumo y de dinero.
Pero no solo hay que centrarse en ganar el máximo de horas de luz, sino que es igual de importante jugar con las estancias y las necesidades de los que vayan a utilizar la casa o el edificio a construir. Es decir, hay que tener en cuenta variables como: la cantidad de luz que va a entrar, las horas en las que se va a usar, el calor que va a volcarse dentro de una habitación mediante la incidencia directa del sol, etc. Un ejemplo sería que si una familia no está en toda la mañana en casa, le interesaría más que la luz mejor aprovechara fuera la de la tarde. O si el lugar de la casa que más se utiliza es el salón, por ejemplo a mediodía, entonces que su orientación fuera pensando en ese momento.
En consecuencia, conseguir mantener bajo control todos estos parámetros es para la arquitectura, un desafío de genialidades que derivan en crear fórmulas para un aprovechamiento real y eficiente que, además, sea confortable y proporcione bienestar al usuario. No se trata de la arquitectura del futuro, ni mucho menos, ya que la arquitectura siempre ha tenido el concepto del Sol como ‘proporcionador’ de luz natural y calor, por tanto es más bien un aspecto de la arquitectura en constante evolución, la arquitectura bioclimática.
El lugar es clave. No es lo mismo construir una casa en Noruega que en el Trópico, y no solo por la ubicación de estos lugares en la trayectoria solar, si no también por un tema de condiciones meteorológicas y atmosféricas. De igual forma que no es lo mismo la luz que buscaban en una iglesia gótica o un panteón griego. El equipo arquitectónico debe dar solución a los parámetros concretos de cada proyecto.
Grandes ventanales, claraboyas, espacios modulares y cambiantes, son algunas de las soluciones más evidentes pero existen otras que a priori pueden no parecer tan obvias pero que en realidad aprovechan mucho la luz y su disposición. Estancias diáfanas para que la luz llegue lo más lejos posible, colocación estratégica de algún espejo para que al incidir la luz sobre ellos dé más profundidad a la estancia, como suelos o espejos que reflejen la luz.