Decía el escritor escocés Walter Elliot que la perseverancia «no es una carrera larga, sino muchas carreras cortas, una detrás de otra», y ayer las casi 300 personas que se sumaron a la Milla Verde Última Hora, una prueba no competitiva, solidaria e inclusiva a beneficio del proyecto de Aspace, la Asociación de Atención a la Parálisis Cerebral de Balears, demostraron que con constancia y tesón puede alcanzarse cualquier meta. «Poder participar con otras personas, cada uno como puede, es la verdadera inclusión. Todo lo que se recaude con esta carrera se destinará a las actividades deportivas del Centro de Día y la escuela de la fundación», declaró antes de la prueba José Antonio Rodado, presidente de Aspace. De este modo, con una gran expectación, la Milla Verde inauguró la Binter NightRun Mallorca.
Con los caminadores a punto, las ruedas de las sillas con la presión óptima y los cordones de las zapatillas bien ajustados, los participantes se reunieron en la línea de salida a las 19.45 horas y poco después, animados por los dimonis de Kinfumfà y los corredores de la Binter NightRun, salieron a toda velocidad. «Esta carrera me parece una gran iniciativa: la gente debe saber que lo disfrutan y viven igual que cualquiera. Además es una forma de darle visibilidad a las enfermedades raras. Falta recorrer mucho camino para llegar a la inclusión, en especial en las escuelas», dijo Xisca Ferragut, quien corrió junto a su hija Xisca Carbonell, una joven de trece años con Síndrome de Rett.
El recorrido de la Milla Verde, de unos 1.600 metros, comenzó desde el Passeig Sagrera para avanzar por la avenida Antoni Maura hasta alcanzar la Plaça de la Reina. Desde allí retomaron la avenida y se reincorporaron al Passeig Sagrera en dirección a la Avenida Argentina, para dar media vuelta frente a la salida del Club Náutico. «El mundo todavía no está preparado para nosotros. Esta clase de eventos nos ilusionan mucho y también nos dan visibilidad», afirmó Ainhoa Veny, usuaria de Aspace. A lo largo del trayecto, los participantes sintieron el calor del público, que no paró de aplaudir e infundirles ánimo.
Unos realizaron la prueba sobre el andador, otros en sillas de ruedas, empujados por cuidadores, familiares o las corredoras del Club de montaña Sa Milana de Alaró, pero ayer lo importante no era acabar en primera posición, sino demostrar que si se quiere, se puede. Y ese sentimiento quedó reflejado en sus rostros, llenos de felicidad, cuando alcanzaban la línea de meta. «Esta es la segunda carrera en la que participo y estoy encantada. Es una manera de estar con todo el mundo, te sientes como los demás. Te aseguro que es una sensación muy bonita, una unión sincera», afirmó emocionada Marta Yanes, de 90 años, cuando logró acabar la carrera, en la que fue empujada y apoyada por su hijo, Toni Picornell. Una vez finalizó la Milla Verde, la Binter NightRun Mallorca continuó con dos recorridos de cinco y diez kilómetros.