Las rayas azules y blancas que tanto gustaban a Coco Chanel, quien las incorporó al vestuario femenino combinándolas con largos collares de perlas, vuelven como un básico tan adecuado para la playa como para la oficina.
Vestidos
La prenda por excelencia de la estación, siempre en tejidos ligeros y naturales, se viste con flores para ir estilosa y el punto de moda lo da el escote barco, que ahora se denomina Bardot, en alusión a los que vestía la actriz francesa en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, cuando llenaba las pantallas de cine con sus formas rotundas.
Pantalones
Los pantalones, muy cómodos, se ensanchan, tanto largos como cortados varios centímetros por encima del tobillo, aportando un aire más informal y dibujando una silueta menos encorsetada. El pitillo sigue ahí, resistiendo el embate. Lo último es el pijama, que sale de la intimidad para convertirse en una prenda imprescindible en 2016, después de intentarlo varias temporadas atrás.
Zapatos
En los pies, por suerte, continúan las plataformas, más sanas para nuestra espalda que los tacones de 15 centímetros, pero, si os fijáis, las compensadas empiezan a convivir con aquellas que combinan la altura en el tacón y solo en la puntera. De estas hablaremos en 2017, entonces sí tomarán el relevo.
Para la playa
El bañador y el bikini son la apuesta segura y, aunque algunos diseñadores siguen insistiendo con el espantoso triquini, lo mejor es no perder la cabeza y utilizar lo que va más nos favorece. Rayas, flores, animales, dibujos de inspiración étnica, geométricos, tejido de crochet... las opciones son tantas como días tiene el verano. Como tendencia, que ya asomó el año pasado, la inspiración deportiva y el cuello halter, más indicado para el agua que para la hora del bronceado, ya sabes, siempre antes de la una de la tarde y después de las cinco. Es lo sano. Como imprescindibles, los sombreros de paja, las sandalias planas, las cestas decoradas, las pulseras de colores y materiales naturales y las gafas de sol.