Toda la población se encuentra es riesgo de contraerlas. El sida ha sido responsable de más de 25 millones de fallecimientos desde que fue identificado por primera vez en 1981. Es necesario saber que a menudo estas infecciones, al menos en sus primeros estadios, no muestran signos ni síntomas y si lo hacen suelen ser similares a otras no tan graves, por lo que ni siquiera el médico especialista podría detectarlas sin contar con el apoyo de los modernos métodos diagnósticos de los que disponemos.
Sin embargo, hay algunos signos y síntomas que deben ser tenidos en cuenta:
-Lesiones ulceradas en la zona genital. Pueden indicar la presencia de sífilis, herpes genital u otras infecciones menos frecuentes.
-Secreciones o flujo vaginal, de color amarillento o blancuzco. Pueden corresponderse coinfecciones por hongos, tricomonas o gonococo.
-Exudados purulentos uretrales. Posibilidad de estar afectado de gonorrea.
-Irritación y erosiones en el glande. Pueden indicar una infección bacteriana o por hongos.
-Fiebre persistente que requiere una inmediata intervención médica. Puede estar relacionada con la Hepatitis B, Sida, clamidias, sífilis...
-Diarreas y dolores abdominales, junto con coloración amarillenta de la piel y de los ojos. Puede tratarse de una hepatitis B (altamente contagiosa por vía sexual).
-Lesiones en forma de vesículas, que provocan irritación y dolor, recurrentes y de aparición periódica. Puede suponerse que corresponden a infección crónica por un herpes virus.
-Dolor o ardor al orinar, en la vagina o en la vulva. Puede deberse a una simple infección urinaria, pero que obliga a descartar ITS como vaginitis, herpes, tricomoniasis.
-Picores con rascado frecuente en la zona pubiana. Se puede sospechar una micosis o incluso presencia de parásitos como la ladilla, que es un tipo de piojo que coloniza el vello del pubis.
-Verrugas en el glande, prepucio, vulva y zona perianal, a veces con picazón y ardor.
Su presencia puede hacernos sospechar la presencia de infección por el virus del papiloma humano.
...y cómo prevenirlas
El comportamiento individual es el determinante más fuerte del riesgo de adquirir una ETS. Y es que cada acto sexual lleva implícito el riesgo de contraer una infección o sufrir un embarazo no deseado. En la actualidad disponemos de numerosos métodos de prevención y protección para que las prácticas sexuales no supongan un riesgo innecesario tanto en uno como en otro sentido. Entre las prácticas que deben seguirse en este sentido debemos destacar las siguientes:
-Utilizar preservativo. Su uso es imprescindible y a pesar de que está demostrada su eficacia, hay personas, sobre todo varones, que rechazan utilizarlo y logran convencer
a algunas mujeres de que son innecesarios.
-Realizar antes y después del contacto sexual, un buen lavado genital con abundante
agua y jabón.
-Orinar después del coito porque con la micción se arrastran algunos gérmenes y se produce una limpieza de las vías urinarias.
-No realizar penetraciones vaginales después de una penetración anal.
-Vacunarse. Existen vacunas disponibles para prevenir el virus del papiloma humano
(VPH), la hepatitis A y la hepatitis B.
-Aunque se mantenga una relación monógama, es conveniente hacerse periódicamente
chequeos médicos.
CUIDADO CON EL PRESERVATIVO
Sobre el uso del preservativo es necesario tener en cuenta:
-Nunca se debe de usar si el envase ha estado abierto ni si ha sobrepasado su fecha
de caducidad.
-Debe evitarse exponerlo a altas temperatura. En ese caso, mejor no usarlo.
-Hay que desenrollarlo sólo en el momento de colocarlo y hacerlo con el pene en erección.
-En su retirada se tendrá cuidado de sujetar con los dedos la parte posterior para evitar que se quede en la vagina con el posible derramamiento de semen dentro de ella.
-Debe ser desechado de forma adecuada después de usado.
-Si se ha realizado actividad sexual con penetración anal no se efectuara con posterioridad
vaginal, salvo que se cambie de preservativo.