Dr. Luis Masmiquel, endocrinólogo de la Unidad de Obesidad de Juaneda Hospitales

Ante la llegada, desde este 1 de julio, de Mounjauro, tercer fármaco inyectable indicado para el tratamiento de la obesidad, de muy alta eficacia, el Dr. Luis Masmiquel, endocrinólogo integrante, con el también especialista Dr. Luis Alberto Gómez, de la Unidad de Obesidad de Juaneda Hospitales, advierte del necesario correcto uso de estos medicamentos.

«La obesidad es una enfermedad crónica, al igual que la diabetes (para la que también están indicados estos medicamentos) y como tal debe tratarse», explica el Dr. Masmiquel, destacando que «si el tratamiento se abandona el peso se recupera y puede aparecer un rebote», destacando la necesidad de la vigilancia de un especialista en todo el proceso.

El uso de estos medicamentos «no deben plantearse como medios puntuales y rápidos ante una 'operación bikini' y siempre debe hacerse, tanto la introducción como la retirada, de forma controlada por especialistas endocrinólogos y con la ayuda de nutricionistas», destaca el especialista de Juaneda Hospitales.

Los endocrinólogos integrantes de la Unidad de Obesidad y del amplio cuadro de esta especialidad en Juaneda Hospitales, «tenemos experiencia tremendamente dilatada en el uso de los fármacos anti-obesidad, lo que es una garantía de éxito, ya que además de las generalidades, conocemos perfectamente los matices para su uso».

Explica el Dr. Masmiquel, que es además reputado investigador y vicepresidente de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares, que «Mounjauro es el primer y único medicamento aprobado de una nueva clase terapéutica, ya que actúa sobre dos receptores GIP y GLP1. Esto conlleva que su acción es diferente a la de los medicamentos actuales».

Mounjauro actúa a varios niveles: «Disminuye el apetito; aumenta la sensación de saciedad; reduce el exceso de grasa, incluida la visceral, que es la que más se asocia con los beneficios de la pérdida de peso». Este nuevo fármaco se dispensa en de modo inyectable (subcutáneo) y su dosificación es semanal.

Este nuevo tratamiento «tiene dos indicaciones; es decir, se puede usar por enfermos con diabetes tipo 2, insuficientemente controlada con dieta y ejercicio, y por pacientes con obesidad (IMC>30) o con sobrepeso y al menos una comorbilidad derivada de ese exceso (entendiendo sobrepeso a partir del IMC>27)».

En ambas indicaciones, «necesita receta médica y seguimiento sanitario experto». Los efectos farmacológicos del Mounjauro, destaca el Dr. Masmiquel, «no han sido alcanzados hasta ahora por ninguna otra clase terapéutica. En diabetes, hasta la mitad de los pacientes recupera una glucemia normal y hasta 6 de cada 10 pierde más del 10% de su peso».

Con este medicamento «hasta el 87% de los pacientes alcanzó glicadas ≤6,5% (nivel de control estricto de la diabetes)». Y en obesidad, «los pacientes pierden una media de peso hasta del 22,5%, y hasta 4 de cada 10 pierden más del 25% de su peso, cifras cercanas a las que se alcanzan con algunas cirugías para la obesidad».

Más del 96% de los pacientes con obesidad sometidos a estos tratamientos bajo prescripción y control médico especializado «alcanzan pérdidas de peso superiores al 5%», además de «una mejora en los parámetros (factores de riesgo) cardiometabólicos (hipertensión, perímetro de cintura, colesterol y triglicéridos) y de calidad de vida».

El Dr. Masmiquel destaca que «el perfil de seguridad es similar al de la clase de los agonistas del receptor de GLP-1, una familia de medicamentos comercializada desde 2009, utilizada por millones de pacientes en todo el mundo». Las reacciones adversas más frecuentes fueron gastrointestinales de intensidad leve a moderada, como las náuseas.

La mayoría de estos efectos adversos, de bajo impacto sobre el paciente «aparecen en la fase de escalado de dosis, disminuyendo con el tiempo». Entre los efectos adversos poco frecuentes se han observado colelitiasis o pancreatitis aguda. Lo cierto es que «las autoridades regulatorias consideran que su perfil de seguridad es aceptable».

Respecto a las dosis existen de 5, 10 y 15 mg, que permiten ajustar el tratamiento en función de los objetivos terapéuticos individuales. «La magnitud del beneficio clínico (es decir, los resultados que producen) es significativa ya desde las dosis más bajas», asegura este endocrinólogo de Juaneda Hospitales.

Y añade: «En diabetes, la dosis de mantenimiento más baja, la de 5 mg, ha demostrado superioridad frente a todos los comparadores utilizados, incluida la semaglutida, e incluso insulina rápida, tanto en reducción de los niveles de azúcar como del peso corporal», lo que evidencia el impacto positivo de este nuevo medicamento en este grupo de pacientes.

En obesidad, «con dosis de 5 mg, 9 de cada 10 pacientes alcanzan una pérdida de peso de al menos el 5%, la mínima que recomiendan las guías por el beneficio cardiovascular». Desde el 1 de julio están disponibles las dosis de 5 y 10 mg., así como dos dosis intermedias que se usan como escalado (de 2,5 y 7,5mg)», siempre bajo prescripción y con control médico.

Una enfermedad crónica, compleja y con riesgos asociados

El Dr. Masmiquel recuerda que «la OMS y las sociedades científicas señalan que la obesidad es una enfermedad crónica, compleja, causada por múltiples causas, que cursa con momentos de subidas y bajadas de peso. Se caracteriza por un exceso de grasa corporal que deteriora el estado de salud».

«La obesidad —añade el Dr. Masmiquel— puede generar el desarrollo de más de 200 complicaciones médicas a corto, medio y largo plazo, y reduce la esperanza de vida». Además, «su impacto social y económico es muy elevado. Los costes asociados al exceso de peso representaban en 2019 aproximadamente el 2% del PIB».

«La prevalencia de la obesidad va en aumento. En España, la prevalencia en adultos es de un 21,6%4. Según estima el Atlas de la Obesidad de la Federación Mundial de la Obesidad, puede alcanzar al 37% de la población adulta en 2035. Galicia, según el estudio ENPE, es una de las CCAA con más casos (casi un 25% de la población afectada)».

Por otra parte, destaca el especialista de Juaneda Hospitales, «las personas con obesidad viven 5 años menos que las que tienen un peso saludable. El sobrepeso y la obesidad son responsables de más de 1,2 millones de muertes en Europa cada año, lo que la sitúa como la cuarta causa de fallecimiento en nuestro medio».

El sobrepeso y la obesidad son los principales factores de riesgo de discapacidad, representando el 7% del total de años vividos con discapacidad en Europa. La pérdida de peso de al menos el 5% se asocia con una mejora de la glucosa, los lípidos en sangre y la presión arterial, siempre de acuerdo a los datos aportados por el Dr. Masmiquel.

«Pérdidas de peso superiores al 15% tienen mayores beneficios sobre el riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas con la obesidad, e incluso tienen el potencial de revertir algunas de ellas­». Sin embargo, cuando se pierde peso, «el cuerpo pone en marcha mecanismos para evitarlo».

Este mecanismo «dificulta el mantenimiento de la pérdida de peso y convierte la enfermedad en crónica». Si después de un programa estructurado de pérdida de peso se abandona el seguimiento experto «los pacientes recuperan más del 50% del peso perdido a los 2 años», destaca el Dr. Masmiquel, evidenciando la necesidad del control médico constante.