La causa más probable, como está demostrado en crisis anteriores, «es por el tema económico», asegura el coordinador autonómico de salud mental, Oriol Lafau. El experto advierte de que aunque con el confinamiento «la gente lo pasó mal», no se vio un incremento en este tipo de trastornos.
Sin embargo cada vez que hay una crisis económica suben tres indicadores: el número de gente que acude a las consultas, la cantidad de psicofármacos prescritos y la lista de espera. Y «hay que decir que ahora, con la pandemia, es cuando, con diferencia, más han subido los tres. Por una parte, como ya se ha dicho, la mitad de las consultas de Primaria están relacionadas con problemas de salud mental cuando hasta ahora no se había superado el 30 %. Por otro lado, han crecido un 16 % el número de pacientes atendidos en las consultas especializadas y la espera, que en prepandemia era de unos 41 días, ahora se sitúa entre los dos y tres meses.
El incremento es muy superior al que se vivió entre 2008 y 2011, con la anterior crisis económica. Ahora, sin embargo, el factor es algo diferente porque no se han destruido puestos de trabajo, por lo que los problemas de ansiedad o depresión que necesitan de medicación «podría estar relacionado con la incertidumbre del qué vendrá», explica el doctor Lafau. «No se trata de pobreza sino de no saber si podrás dar de comer a tus hijos».
Según este experto, «la situación socioeconómica es siempre un termómetro del bienestar emocional». En este sentido, remarca que el consumo de psicofármacos es muy superior entre mujeres que entre hombres porque «para ellas siempre ha sido más fácil expresar emociones», lo que facilita la detección de problemas. En 2021, por ejemplo, se recetaron 142.449 cajas de ansiolíticos, 30.000 más que dos años antes. En este incremento, el 76 % se recetó a mujeres. «Los números muestran la brecha de género y eso que el cerebro del hombre no es más vulnerable que el de la mujer», señala.
Por lo que parece, «lo estamos haciendo mal, no se interpreta bien la expresión». Tanto es así que puede ir a la contra. «Los hombres salen de una consulta con siete veces más posibilidades de tener una prueba diagnóstica mientras que a la mujer se le recetan psicofármacos, es un maltrato de género», concluye.