Archivo - Vista general del monumento a las víctimas de terrorismo, situado en el centro de la plaza Baluartte de Pamplona, (archivo) | Eduardo Sanz / AFP7 / Europa Press - Archivo

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La Asociación de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Valenciana (AVTCV) ve «moralmente cuestionable» el último acercamiento a cárceles del País Vasco de once presos de ETA --entre los que figuran condenados por atentados como el de Santa Pola en el que falleció una niña o el perpetrado en la T-4 del aeropuerto de Madrid-Barajas--.

«Sencillamente, los están trasladando como pago político», ha expresado el presidente de AVTCV, José Manuel Sánchez, en declaraciones a Europa Press antes de participar en las XIV Jornadas de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Valenciana que se celebran este viernes en València.

Sánchez ha apuntado que, aunque estos traslados son «legítimos y legales, como no puede ser de otra forma», sí que son «moralmente cuestionables», y para las víctimas, algo «complicado».

Así, ha remarcado que cualquier traslado de presos de ETA genera a las víctimas situaciones de «indignación, angustia y segunda victimización». «No es que estemos de acuerdo o en desacuerdo, es que a una víctima de ETA estos traslados le llegan al alma y le duelen», ha manifestado.

Por ello, «evidentemente» la Asociación de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Valenciana ha realizado una valoración «negativa» del nuevo acercamiento a cárceles del País Vasco de once presos de ETA. «No nos gusta, pero es lo que la ley dicta, no podemos hacer mucho más», ha lamentado.

En esta línea, ha remarcado que estos presos «no han colaborado en nada con la justicia» para «resolver casos» que, ha resaltado, «no están resueltos». «En muchos de los casos de los miembros de ETA no hay ningún signo de arrepentimiento».

El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo participa este viernes con la ponencia inaugural en las XIV Jornadas de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Valenciana. Las jornadas tienen como objetivo analizar la respuesta que dan las asociaciones y fundaciones a los problemas de las víctimas del terrorismo, y combinan la presencia y el testimonio de una víctima con la visión de un historiador, es decir, «una parte histórica y otra emocional que conmueve».

Así, en las mismas participa el responsable de área de Educación y Exposición del Memorial, Raúl López, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Su tesis, publicada con el título 'Años en claroscuro' (UPV, 2011), trató sobre la conflictividad social en la Euskadi de la transición entre la dictadura franquista y la democracia.

Especializado en el análisis de la acción colectiva y el terrorismo, ha sido investigador en la Universidad del País Vasco, vinculado a su departamento de Historia Contemporánea y al Instituto de Historia Social Valentín de Foronda. Ha realizado estancias de investigación en la Escuela de Política, Estudios Internacionales y Filosofía de la Universidad de Belfast, en la Universidad de Newcastle y en el Instituto Universitario Europeo de Florencia.

Es autor de cuatro libros y coautor de otros dos. El último de ellos es el 'Informe Foronda: los efectos del terrorismo en la sociedad vasca' (Los Libros de la Catarata, 2015). También escribió con Gaizka Fernández Soldevilla 'Sangre, votos, manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical' (Tecnos, 2012).

"que no se repita"

Precisamente, López ha explicado a Europa Press que durante estas jornadas se abordarán analizar los problemas de las víctimas y la respuesta de las asociaciones y fundaciones. Al respecto, ha considerado que la sociedad y las instituciones tienen «una deuda» con las víctimas, puesto que «cualquiera pudo haber estado en su lugar».

«Nos compete no solo la necesidad de hacer memoria, sino el deber de hacerla», ha reivindicado, al tiempo que ha insistido en que el deber es «una cosa muy seria y una obligación en cierto sentido» puesto que el conocimiento «contribuye a que no se repita».

El también doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco ha hecho hincapié en el papel «fundamental» de las asociaciones de víctimas desde principios de los años 80, cuando surge la Asociación de Víctimas de Terrorismo (AVT), en un momento de «total soledad, silencio y abandono» y cuando «no había respaldo institucional y social», situación que «derivaba en una doble muerte: física y social».

Así, ha incidido en que estos colectivos «dan cobijo» a sus miembros, que es «gente que ha sufrido una experiencia traumática», a la vez que apoyo y comprensión y, sobre todo, ponen a las víctimas «en el centro del relato del espacio público».

«Antes de que existiesen las asociaciones de víctimas, no tenían voz propia en los medios de comunicación, y ahora es totalmente diferente. Sirven para presionar en corto a las autoridades, para que no se olviden de las víctimas y promuevan legislaciones específicas de atención hacia ellas», ha argumentado.

Precisamente, partiendo de la premisa del «impulso a las políticas públicas», ha afirmado que los colectivos de víctimas son «imprescindibles», también «en el momento actual», porque las víctimas «siguen entre nosotros con sus heridas, y la sociedad y la política siguen en deuda con ellas».