Archivo - Ciudad de la Justicia de València | ARCHIVO/EUROPA PRESS

TW
0

La hija de Isaac, el hombre con una enfermedad degenerativa que falleció presuntamente a manos de Beatriu, su mujer, en la localidad valenciana de Godelleta en 2019, ha declarado este miércoles en el juicio que su padre en «ese momento no quería morir», que «nunca» le comentó que había pedido ayuda a la acusada para morir y que, en cualquier caso, le había asegurado que «antes de hacer cualquier cosa la primera que lo iba a saber era yo» y «nunca» se despidió de ella.

La hija de Isaac ha declarado este miércoles detrás de un paraban, al ser menor de edad --tiene 17 años-- en la tercera sesión del juicio que se sigue contra Beatriu, la mujer que se casó con su padre en 2017 y para la que a Fiscalía pide prisión permanente revisable por matar a su marido y enterrarlo en una finca de la localidad valenciana de Godelleta que había alquilado poco antes del crimen para poder seguir cobrando su pensión. Por su parte, la defensa reclama la absolución al asegurar que fue él quien convenció a la mujer para que le ayudara a cumplir su voluntad de morir sin sufrimiento.

Sin embargo, la menor, hija de un matrimonio anterior, ha señalado que «por boca de ella --en referencia a la acusada-- sí que me dijeron que iban a mirar la eutanasia, pero él no hizo ninguna referencia». «Beatriu me dijo que iban a ser las últimas Navidades de mi padre, pero yo no tenía indicios de que iba a ser pronto porque él no me dijo nada».

En esta época, su padre estaba «lúcido» y aún no estaba en estado terminal. «Aún podía hacer cosas con nosotros, no estaba para nada terminal, ni encamado, y podía comunicarse, con dificultades, pero se le entendía», ha señalado. Sin embargo, estaba «triste» y «lloraba» porque, ha dicho, «su alegría era vernos a mí hermano y a mí y al vernos menos estaba bastante triste». «La última vez que le vi --el día antes de su desaparición-- lloró por ese motivo», ha contado.

Al respecto, ha contado que la relación que tenía ella y su hermano --entonces con 14 y 10 años-- con su padre era «muy buena», que tras el divorcio había custodia compartida e iba a su casa unos dos días por semana, fines de semana alternos y vacaciones compartidas hasta que surgió «un problema» con Beatriu.

Fue unas vacaciones de verano un año y medio antes de los hechos cuando estaban en un camping y ella les amenazó a los tres con escupirles a la comida. Llamaron a su tío para que les recogiera y al buscar sus cosas para irse las encontraron «en la basura y manchadas de pis». Ese verano, hasta septiembre, su padre se mudó son su hermano y lo veía allí.

Cuando regresó con Beatriu dejaron de verse tanto porque, ha señalado, «no queríamos ir a dormir ni comer a su casa». Ha indicado que no mantenía ninguna relación con ella: «Era un trato cordial, pero más allá de eso como veía que mi padre no estaba a gusto allí no me salía estar bien con ella. Tampoco tenían una buena relación, él no se sentía a gusto allí en esa casa».

De hecho, ha relatado que cuando se quedaban a solas su padre «siempre» le confesaba que tenía miedo de que ella le pudiera grabar las conversaciones --«no tenía confianza en ella»--, y que estando en su casa escuchaba «peleas con gritos y con insultos». Uno de los problemas que tenían, ha apuntado, era por el dinero porque ella «siempre se enfadada» si les daba y su padre tenía que hacerlo a escondidas. «Una vez que se enteró que nos había dado dejó de cuidar a mi padre y nos lo tuvo que quitar», ha señalado. Ha afirmado que Beatriu no trabajaba ni tenía dinero por medios propios.

"nunca la creí"

Beatriu, según ha dicho, no le llamó hasta cuatro días después de la desaparición para preguntarle si sabía algo de su padre. «Me dijo que no sabía nada de él y que estaba en comisaría denunciando la desaparición. Me sorprendí porque no sabía nada de él. Le devolví la llamada porque no entendía por qué le había dejado solo, nunca estaba solo, y cómo podía haber desparecido porque por su cuenta no podía moverse», ha rememorado. Desde esa llamada dejaron de tener contacto. Luego, al mes, recibió varios mensajes «supuestamente de mi padre que decía que se había ido por nosotros y ahí me di cuenta», ha señalado y ha recalcado que «nunca» creyó que fueran de su padre. La acusada ha sollozado al término de la declaración.

Por su parte, el hijo de la acusada se ha negado a declarar en la vista como testigo. El menor fue condenado como cooperador necesario por un juzgado de menores aunque bajo la creencia errónea de lo que su madre le contaba --que la víctima quería morirse por la enfermedad que tenía-- a dos años de internamiento en régimen semiabierto y ahora ya está cumpliendo la libertad vigilada, pero tiene vigente todavía orden de alejamiento de los hijos de Isaac.

Los hechos se remontan al 1 de diciembre de 2019, cuando la acusada supuestamente le suministró a la víctima una pastilla para que se durmiera, bajo el engaño de que el medicamento era para calmar su dolor. Con la víctima dormida, la mujer habría ido hasta la finca que había alquilado, donde habría abierto una bombona de butano en el coche con el hombre en su interior con la intención de que muriera.

Tiempo después, como el hombre no falleció, la mujer le habría puesto un cordón de zapatos alrededor del cuello hasta estrangularle. A continuación, la mujer habría tirado el cadáver de su marido en una fosa del terreno alquilado, que tapó con tierra, piedras y productos químicos. Durante más de siete meses, la mujer habría simulado que la víctima seguía con vida al mandar mensajes desde su teléfono móvil en el que pedía que no le buscaran.