En el libro 'L'última conversa (Trobada a Queralbs)', de la editorial Lapislàtzuli, donde habla con el japonés catalanohablante Ko Tazawa, argumenta que el castellano «es y ha sido una lengua de imposición, a veces con voluntad incluso de residualización del catalán», a la vez que admite que es la lengua personal y familiar de buena parte de la población catalana.
Por ello, cree que el castellano no se puede considerar «lengua extraña» en Catalunya, y ello --añade-- configura una situación compleja y ambigua que obliga a encontrar una solución equilibrada.
Esta solución equilibrada, según Pujol, debe tener en cuenta que el catalán «es la única lengua propia de Catalunya, la única que en el pasado y ahora le ha dado una personalidad colectiva, distinta y eficaz, y por tanto, el catalán debe tener un estatus preeminente en Catalunya, con unas normas de cumplimiento y conocimiento».
«Segundo, que el castellano no es considerada lengua propia de Catalunya, pero en tanto que primera lengua de muchos ciudadanos de este país, debe tener en la Administración un reconocimiento y un trato en ciertos aspectos equivalente al del catalán», añade en el libro.
Para Pujol, no está bien aceptado que el catalán sea lengua oficial en Catalunya, por lo que ve prioritario avanzar en el tema lingüístico y en el de la identidad ante el riesgo de que se pierda.
«Hoy la lengua vuelve a estar amenazada», ha sostenido el expresidente catalán, que cree que la legislación para preservar la lengua en todos los niveles, desde la inmersión lingüística hasta su uso en documentos públicos, ha contribuido a que se mantenga ante un Estado que, a su juicio, ha intentado laminarla.
También ve decisivo para el futuro del catalán que los jóvenes de la nueva inmigración, que ve «muy numerosa y culturalmente muy distinta», aprendan bien la lengua.
Y es que, según Pujol, los catalanes pueden acabar «minorizados» teniendo en cuenta que Catalunya tiene una baja natalidad, mucha inmigración y porque, a su juicio, deben defender la lengua ante el Estado.
"no ser absorbidos"
Tras constatar que Catalunya forma parte de España, asegura que en muchos aspectos la convivencia ha sido positiva, aunque cree que hay «que hacer esfuerzos para no ser absorbidos».
En su opinión, en un futuro bastante inmediato habrá que definir posiciones clave, como defender como la consolidación del estado del bienestar así como la cuestión cultural y lingüística: «Sin esto, la continuidad de Catalunya como nación capaz de ser útil a su gente estará muy gravemente amenazada», avisa.
"gran desaguisado"
Según Pujol, en la política catalana se ha instalado una situación de «gran desaguisado y de desconcierto», y no ve que existan unas prioridades definidas.
«Tenemos la línea del frente desordenada. Esta es la realidad, dicha de forma rudimentaria. Me inquieta mucho», y ha reivindicado la identidad como condición básica para poder ser eficaz.
Tras definirse como nacionalista catalán, ha pedido no dejarse «impresionar por las lecciones de gente muy creída, de gente como Macron o de ciertos sectores ilustrados del país que tachan de populismo cualquier reclamación de identidad que se pueda hacer».
«Es curioso que ahora en Francia nos digan que no son nacionalistas. Lo han sido y lo son tanto que, todavía hoy, cuando se quiere decir que alguien es muy nacionalista se le llama 'chovinista», ha resaltado.
Rusia y ucrania
Sobre la guerra en Ucrania, ha explicado que simpatiza con la reivindicación de independencia del país, que considera justa, pero opina que no ha tenido en cuenta algunos hechos como el que «una parte importante de la población y del territorio de Ucrania es de habla y cultura rusa».
«Hacer del ucraniano la única lengua oficial del nuevo Estado fue muy imprudente. Y muy provocador», ha avisado Pujol, que asegura que estaba cantado que Rusia haría todo lo necesario para recuperar la península de Crimea y que era imprudente no tenerlo en cuenta.
Energía
Pese a considerar sano el movimiento ecologista, ha cuestionado que cuando se plantea la posibilidad de poner molinos de viento y eliminar la energía nuclear «no los quiera nadie».
En consecuencia, ha observado que Catalunya tiene un mayor déficit energético que otros lugares de España, donde sí han instalado molinos de viento, por lo que ha apelado a los gobiernos a explicar a los ciudadanos que se necesita energía y evitar la demagogia.
«No queremos carbón, fuera el carbón. No queremos gas, fuera el gas. No queremos centrales nucleares, fuera las centrales. Al final, si no queremos ni esto ni aquello, nos encontraremos con que solo podremos ser un país de pastores», ha aseverado.
Honor, religión, vergüenza
En un capítulo sobre honor, religión y vergüenza, considera que él mismo, en su forma de pensar, le ha fallado al joven que fue entonces.
«No me refiero para nada a una supuesta falla relacionada con tantas y tantas cosas publicadas contra mí y mi familia, sino a que yo, en parte, he fallado al joven que era. Este 'yo me he fallado' sería mi forma de honor», ha reflexionado.
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