Convocada por la plataforma Bizilagunekin, la marcha ha arrancado desde el Alderdi Eder y a su finalización los organizadores han leído un comunicado en el que han advertido que «la sed de beneficios de unos pocos está causando estragos en la población de muchas ciudades y territorios».
«A principios de octubre se celebró en el Kursaal el »Foro Mundial de Turismo Gastronómico«. A partir de mañana se reunirán en la convención Turespaña las instituciones públicas y privadas que lideran la turistificación. Que estos eventos se celebren en nuestra ciudad no es casual», han señalado.
A su entender, la capital guipuzcoana ha destacado en los últimos años como un lugar para «hacer negocios a través de la actividad turística». «Al dar 'barra libre' a la turistificación, la ciudad ha atraído a inversores, multinacionales, especuladores, explotadores, oportunistas y buitres», han sostenido.
Como consecuencia de ello, han incidido en que en los últimos años se ha transformado el espacio urbano «en beneficio de los negocios turísticos», además de encarecerse los precios mientras los barrios «pierden habitabilidad y se convierten en meros lugares de visita».
«Las viviendas han pasado a ser impagables, proyectos para convertir espacios naturales en atracciones, el pequeño comercio moribundo, el patrimonio arquitectónico y cultural en peligro, el euskera arrinconado a simple elemento decorativo, y cientos o miles de donostiarras sin poder llevar a cabo en él su proyecto de vida han sido expulsados», han asegurado.
En este contexto, han acusado a las instituciones públicas de estar «al servicio de quienes se enriquecen con el negocio turístico». «Hablan de turismo sostenible porque ahora sienten la necesidad de hacer un relato de que están tomando medidas. No es creíble. Han regulado la apertura de pisos turísticos y hoteles, dejando la puerta abierta para que se abran más. Siguen dando vueltas en torno a la tasa turística ocultando para qué quieren usar el dinero recaudado y sin admitir que no disminuiría la llegada de turistas», han manifestado.
Por ello, han apostado por «reducir la promoción turística a cero, limitar los precios del alquiler de vivienda y eliminar la posibilidad de abrir más pisos turísticos y hoteles», así como iniciar un proceso de disminución de estos.
Reforzar las medidas de protección del patrimonio natural y arquitectónico, transformar el espacio público para adaptarlo a las necesidades de las vidas de la población local o llevar a cabo políticas de promoción de la vida comunitaria en los barrios son otras de las propuestas que han realizado.
«Hay que abrir la puerta al debate sobre los efectos del turismo. Tienen que reconocer que hemos traspasado una línea peligrosa. Y para salvaguardar las condiciones de vida de los donostiarras, debemos iniciar un proceso de transición hacia el decrecimiento turístico. Consensuado y progresivo, pero firme a la vez», han finalizado.
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