La escritora y dramaturga Àfrica Alonso se muestra crítica ante las llamadas leyes de la concordia que se están impulsando en diversos territorios, entre ellos la Comunitat Valenciana, y las atribuye «a quien le gusta mucho ponerle maquillaje al pasado». «Lo de la concordia... Son eufemismos violentos y la equidistancia es un truco más de la derecha».
Así lo asegura la autora, en declaraciones a Europa Press con motivo del lanzamiento de su novela 'Una luz tímida' (Seix Barral), que rinde homenaje a la memoria histórica del colectivo LGTBIQ+ a través de la historia real de la relación de dos maestras valencianas --Isabel y Carmen-- en pleno franquismo.
La propia Alonso ya había llevado esta historia al teatro con éxito y ahora la ha convertido en novela. Considera que impacta «de forma parecida» en los espectadores y en los lectores, pese a que «el teatro es una experiencia compartida y el espectador disfruta de tener alguien al lado».
«Al final incluso la respiración se acompasa en platea. Pero me imagino que leerla a solas --¡aunque leer puede ser también una experiencia compartida, a mi me encanta que me lean en voz alta pasajes de cosas, y viceversa!-- tendrá su parte de placer. Yo por lo menos encuentro mucho placer en la soledad. Me gusta creer que la parte musical, se encuentra en el libro a través del lenguaje poético. Que la novela tiene música, vaya», explica.
Preguntada por si exponer una relación de amor entre dos mujeres y durante el franquismo es «tabú», responde afirmativamente. Y matiza: «Sí, aunque estoy tan rodeada de gente que adora este tipo de temáticas, que me cuesta decir que sí. Si pusiera un pie fuera, verdaderamente fuera, seguro que mi respuesta cambia. Sé de gente con muchísima homofobia interiorizada, pero que luego ha venido tres veces a ver la obra, y se ha comprado el libro».
"viaja sola"
Con el formato de novela, 'Una luz tímida' «viaja sola», ya que mover una función de teatro es «muy, muy difícil, mucho más de lo que la gente percibe».
En este sentido, Alonso insiste en que «un 'bolo', aunque sea en el pueblo de al lado, pueden ser dos meses de trabajo de producción, y eso que puede irse todo al traste por un simple resfriado de última hora». En ese sentido, reflexiona, «el teatro es de lo más vulnerable, porque depende del cuerpo de las personas, de que aquellas personas que lo hacen puedan poner el cuerpo».
En cuanto a reacción del público, se muestra convencida de que «se enamoraran igual de la historia cuando la lean, porque ahora es mucho más grande». «Es como comer sólo una cucharada de algo que te gusta, o poder saborear todo el plato», resume.
La escritora lamenta que se hable de 'ideología de género' con ánimo de menospreciarla. «A quien habla de forma despectiva de los términos que explican el patriarcado no le interesa ponerle nombre a la desigualdad, porque eso implicaría ponerle remedio», asevera.
El deseo de las mujeres
Por último, subraya la importancia de que el arte guarde un espacio para mostrar el deseo de las mujeres, un elemento tradicionalmente silenciado.
«¿Por qué no está presente el deseo de las mujeres y diversidades en todas y cada una de las historias? Como dice el personaje de Carmen, 'el deseo es lo que pone la marca de fuego a los recuerdos'. Diría que es el motor principal de los personajes».
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