Acusada, tapada, durante el juicio | Europa Press

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Una joven de 22 años ha reconocido que mató a su madre en abril de 2020, cuando tenía 18 años, en una vivienda en la que residía en la localidad valenciana de l'Alcúdia de Crespins, tras urdir un plan junto a su entonces pareja. Era un momento en el que había restricciones sanitarias como consecuencia de la Covid-19 y ambos convivieron con el cadáver de la víctima durante algo más de cuatro meses.

La acusada ha afirmado que fue su pareja quien comenzó con la agresión aunque ha reconocido que finalmente ella cogió un cuchillo y se lo clavó a su madre en el cuello: «Entré en shock. No sabía lo que hacer. Él me decía 'hazlo, hazlo, hazlo' y, al final, lo hice», ha relatado.

La joven se enfrenta a una pena, según le reclama el ministerio fiscal y la acusación particular --representa a otro hijo de la víctima--, de 30 años de prisión por los delitos de asesinato y robo con violencia en casa habitada con la circunstancia agravante de parentesco, además del pago de una indemnización de 80.000 euros. La defensa difiere de los hechos narrados por las acusaciones.

En esta causa también había otro acusado, el novio de la joven, de 17 años en el momento del crimen. Al ser menor ya fue juzgado y condenado por un Juzgado de Menores a la pena de internamiento.

Los hechos se remontan al 1 de abril de 2020 en una vivienda de l'Alcúdia de Crespins en la que residían la víctima y la acusada, de nacionalidad búlgara. En un momento determinado, la joven, junto a su pareja sentimental, urdieron un plan para acabar con la vida de la madre.

La joven, visiblemente emocionada durante la vista y sentada junto a sus letradas, había tenido varios desencuentros con su madre. Acordó junto a su novio matar a la madre para poder estar juntos y hacer frente a las deudas de él por drogadicción.

Ese día 1 de abril, el novio acudió a la vivienda de la víctima junto a un cuchillo y tres barras de pan --estas últimas las llevaba para justificar, si le paraba la policía, que había salido a la calle a comprarlas, algo que sí estaba permitido en ese momento de pandemia con numerosas restricciones--.

Una vez llegó al portal del edificio, el novio avisó a la joven para que abriera la puerta y subió. En el interior de la vivienda, cogió una botella de amoniaco y roció a la víctima, que estaba tumbada en el sofá.

Seguidamente, le golpeó en la cabeza y le asestó dos puñaladas. La mujer pudo levantarse y se dirigió malherida hacia el pasillo, donde cayó al suelo. En ese instante, el novio volvió a coger otro cuchillo de la cocina y le volvió a golpear en la cabeza. La hija, posteriormente, le asestó también varias cuchilladas y acabó con su vida.

La mujer falleció como consecuencia de un shock con perforación del corazón. Los jóvenes dejaron allí su cadáver, le robaron dos tarjetas de crédito y se fueron al cajero para sacar dinero. En total le robaron 6.200 euros entre el 1 de abril y el 4 de junio.

Los acusados convivieron con el cadáver de la víctima en la vivienda durante algo más de cuatro meses, hasta el 20 de agosto de 2020, cuando la Guardia Civil entró a hacer un registro en la casa tras la denuncia interpuesta por varias personas del entorno de los jóvenes. En ese momento la joven tenía intactas sus capacidades volitivas, es decir, que no presentaba anomalías mentales.

Maltrato y discusiones

La joven, que lleva cuatro años en prisión y ha mostrado su deseo de contar lo que ocurrió ese día, ha manifestado que convivía con su madre desde que se divorció de su padre en 2014. Cuatro años más tarde, en 2018, comenzó una relación con el otro acusado, sobre el que ha dicho que «al principio era todo muy bonito» pero luego le maltrataba. «Yo se lo permitía porque pensaba que lo hacía por mi bien», ha apostillado.

Ha indicado que a su madre le parecía mal la relación porque veía «insultos, amenazas y burlas». «A ella le parecía mal que pasase esta situación y eran discusiones siempre», ha aseverado tras reconocer que consumía en esos momentos cocaína, speed y marihuana. Entonces, la joven ha aseverado que su novio comenzó a planificar la muerte de su padre porque «discutían mucho». El día 1 de abril se presentó en casa y roció a su madre con amoniaco. «Sabía lo que iba a hacer, sabía que iba a matarla», ha señalado.

Tras ello, la chica ha explicado que cogió a su perro y se fue al baño. «Intenté marcar al '112' pero no tenía valor y para mí él era lo primero. Me asusté. Estaba despistada. Iba a llamar al '112' porque se escuchaban los golpes y cómo mi madre luchaba. Entré en schock», ha descrito.

Y ha añadido: «Por una parte quise salvar a mi madre y, por otra, pensé mucho más en él». Al salir del baño se encontró con su madre tumbada en el suelo llena de sangre: «Él empezó a decirme que tenía que hacer algo. Me dio un cuchillo y yo iba y no iba; iba y no iba y a la tercera fuí y le corté en el cuello», ha narrado.

«No sé si mi madre estaba viva. No sé cómo estaba. Para mí sí estaba viva porque escuchaba como agonizaba a través de la boca con la sangre y todo eso. Él me decía 'hazlo, hazlo, hazlo' mientras yo daba vueltas por la cocina y me lo pensaba y, al final, lo hice». No recuerda si su madre le dijo algo entonces.

Seguidamente, su pareja le abrazó «fuerte», cogió el cuchillo y lo tiró: «Me dijo que ya estaba y que los malos tratos ya no los iba a volver a tener. Dejamos a mi madre en el pasillo hasta el día que la Guardia Civil vino a casa», ha afirmado. También cogieron sus tarjetas del banco y sacaron unos 6.200 euros en total. Ella puso el PIN.

Preguntada por el motivo por el que no hicieron nada con el cuerpo sin vida de la víctima, ha respondido: «No tenía valor. Yo limpié la sangre y el sofá y empecé a tirar los cuchillos por diferentes sitios de basura. Lo tiré todo». «Estoy muy arrepentida y pido perdón», ha señalado para concluir su declaración.